Egaña, un pequeño pueblo con grandes historias

Egaña, un pequeño pueblo con grandes historias

La localidad tiene 30 habitantes y un castillo con 70 ambientes y 14 baños.

Egaña se encuentra a unos 227 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la separan 25 kilómetros de la ciudad de Rauch. Un cartel escrito a mano se ofrece como guía para ubicar a los viajeros que llegan al pueblo, conocido por el Castillo San Francisco.

El paisaje de entrada es un camino de tierra y restos de asfalto, donde la señal telefónica se pierde entre los gritos centinelas de los teros, los campos sembrados de maíz, las vacas y algunos caballos.

El pueblo solía ser conocido por su pequeña estación ferroviaria. Allí llegaban los pasajeros a bordo del tren que unía Las Flores con Tandil. Hoy en la estación, hay sólo algunos bancos de plaza que sirven de descanso para aquellos que, rememorando el pasado, solo ven pasar el carguero dos veces por semana.

La subsecretaria de Cultura y Turismo de la Municipalidad de Rauch, Selva Espondaburu, cuenta que en el pueblo viven hoy 30 personas. La localidad cuenta con una sala de atención de la salud, una escuela primaria que el año pasado cumplió 125 años (la ciudad de Rauch cumplió 150 en 2022), una capilla, un club social y deportivo y un almacén que supo hospedar visitantes y brindar servicio de comidas. También hay 2 frontones de pelota paleta, lo que indica la fuerte ascendencia vasca de sus pobladores.

Pero algo resalta en Egaña: el Castillo San Francisco. Construido con los mejores materiales traídos de Europa, el castillo contaba con 70 ambientes, 14 baños, varias cocinas, dependencias de servicios y demás detalles sumamente costosos y extraños para la zona. La propiedad estuvo en manos de Eustoquio Díaz Vélez, arquitecto y prócer de la Revolución de Mayo, y luego perteneció a Eugenio, uno de sus hijos. El Castillo nunca fue inaugurado debido a una tragedia familiar que ocurrió en 1930, cuando el heredero falleció en un accidente automovilístico en Francia. Desde entonces, quedó abandonado y sufrió el deterioro del tiempo y el vandalismo. 

Espondaburu describe que «las sucesivas expropiaciones y usos que se le fueron dando a las instalaciones del castillo derivaron en un estado de daños bastante avanzado lo que, sumado a los años y la falta de inversión en su mantenimiento, ha derivado en que en la actualidad no se pueda ingresar al edificio por el peligro que implica. Está rodeado por un hermoso monte que era parte de la propiedad original y que hoy en día tiene juegos para los niños y un parque donde pasar la tarde».

Egaña es un lugar ideal para los amantes de la historia y la arquitectura, que pueden apreciar el esplendor y el glamour de una época pasada, resumidos en el castillo San Francisco, como el testimonio del estilo de vida de la aristocracia rural argentina y un lugar lleno de historia y misterio.

Por Sergio Romano

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