Brangus. La pasión no se hereda ¿o sí?

Brangus. La pasión no se hereda ¿o sí?

Todavía no tenemos la certeza de si el entusiasmo se transmite necesariamente de generación a generación o es una construcción que puede causar efecto o no. ¿Qué pasó en el caso de Pedro Borgatello, hijo de uno de los pioneros de la raza Brangus?

Uno creería que las pasiones o las tradiciones familiares, que se transmiten de generación a generación, tienen impacto directo en los descendientes. Pero lo cierto es que esta creencia es azarosa.

Pedro Borgatello (hijo) tiene 3 hermanas, de las cuales ninguna tiene relación con el campo: una es Contadora, otra es Lic. en Marketing y la otra es Arquitecto. Él, en cambio, es Veterinario y nunca dudó; nunca creyó que su vida tuviera otro destino que no fuera ese; más específicamente, la raza Brangus.

“Durante las vacaciones había algunos chicos que se iban a la playa, yo me iba al campo. Mis hermanos se iban a la playa también. En la vida hay un momento de crisis de identidad o de qué vas a estudiar. Yo me lo pregunté, dije ‘quizá, como no conozco otra realidad, estoy metido en esto y pienso que es lo mío’. Pero busqué y me interesé en el resto de las carreras y la verdad es que nunca se me ocurrió hacer otra cosa”, recuerda Pedro.

¿Pero de dónde viene él? Oriundo de Córdoba, se crió en una familia en la que su padre ya trabajaba en ganadería pero que dio el salto cuando comenzó a cruzar las vacas Angus y Brahman de su rodeo.

“Brangus fue parte de mi vida desde que nací, siempre se habló de Brangus, siempre se habló de vacas, todos los amigos de mi padre que iban a casa o cuando íbamos al campo. Para mí este ambiente y este mundo es algo cotidiano”. Esa cotidianidad fue profundizada por el relato de su padre (actual pionero y referente de la raza) que explicaba que lo “suyo” con Brangus fue amor a primera vista: “Cuenta que estaba en un remate, aparecieron las vacas Brangus y apenas las vio, dijo ‘eso es lo que yo quiero hacer’ y en el ‘78 compró las primeras vacas de esa raza”, explica.

En el momento en que Pedro (padre) comenzaba a cruzar razas para conseguir la Brangus, no existían los asesores genéticos. “Él es un práctico, no estudió, es decir, no es profesional, pero le fue gustando, se fue metiendo y bueno, evidentemente tenía siempre buen ojo y terminó siendo uno de los grandes iniciadores de la raza. Mi padre fue jurado en Palermo por lo menos tres veces, en Las Nacionales también, juró por lo menos dos veces también, así que bueno, es de los referentes de la primera ola, de la primera camada de criadores”, cuenta Pedro orgulloso.

Volviendo un poco al principio ¿podríamos decir entonces que hay algo de la pasión que se transmite, que se hereda por la admiración que podemos tener hacia las personas que nos rodean? Cada cual tendrá su propia respuesta, porque todos tenemos nuestra propia historia de pasiones.

El presente de Pedro Borgatello

Actualmente, la cabaña que Pedro lleva adelante cuenta con un rodeo de 300 vacas, con el que producen 80 toros al año. “En Córdoba nacen todos los terneros, después los llevamos al destete y trasladamos a todos los machos a recriarse a Formosa, para que se vayan adaptando al clima duro, de más humedad”. Además, trabaja como asesor en otros campos.

Sus animales los comercializa mayormente en el mercado interno, pero todos los años tiene ventas en Paraguay (animales y embriones).

Cuando pensamos en los desafíos de una cabaña, pensamos en financieros y de mantenimiento o crecimiento en la cantidad de cabezas, pero Pedro nos responde otra cosa, algo que habla de su identidad y de lo que los distingue de otras cabañas: “El desafío es poder criar el animal que uno tiene en mente, o sea, uno tiene un prototipo de animal, entonces cada vez que se para en frente de una vaca y asigna un servicio o decide incorporar semen o algún toro de alguna otra cabaña, es siempre tratando de tener ese prototipo de animal, tratando de no distraerse por modas”.

Por modas se refiere a tamaños, animales “explosivos” para competir, velocidad en el crecimiento: “Nosotros tratamos de tener animales con una curva de crecimiento adecuada donde su tamaño adulto no sea tan grande. Priorizamos la producción sin descuidar las exposiciones, que nos parece también una buena vidriera y un lugar de intercambio entre los criadores”.

Los días de Pedro transcurren mayormente en el campo, en el suyo y en los que trabaja de asesor. Tiene un hijo de 7 años, gracias al que aprendió a jugar a los videojuegos y con el que comparte su tiempo libre.

Creímos que quizás Pedro tendría algún hobby, pero lo definió muy bien: Mi pasión es esta. me cuesta desenchufarme de todo. Hay una frase hecha, que cuando te gusta lo que haces, no es trabajo. Y bueno, la verdad que es eso. Me levanto motivado para llegar al campo porque me gusta lo que hago”.

Por Antonela Schiantarelli

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