La pasión hace al trabajo. ¿Cómo es trabajar arriba de una máquina?

La pasión hace al trabajo. ¿Cómo es trabajar arriba de una máquina?

Enzo Lambertucci maneja su empresa de pulverizaciones desde arriba de una máquina y no se baja porque siente que es su forma de vida. Conocé su historia en esta nota.

Nuestro entrevistado se llama Nelson Lambertucci, tiene 38 años y vive en General Pinto, provincia de Buenos Aires, con su esposa, su hijo, estudiante de Agronomía y su hija, que aún está en edad escolar. Allí, Enzo tiene el galpón con sus equipos, incluidos los carretones para el traslado de las fumigadoras, a unos 100 km al oeste de Junín.

Tengo 5 pulverizadoras y toda la familia trabajó con este tipo de máquinas desde que mi abuelo Manuel Lambertucci, que estaba encargado de la estancia La Carmencita, en Pasteur, comenzó a fumigar con una máquina que se armó él mismo. Luego siguió con la misma actividad en la estancia Las Lilas de Caraballo durante unos 30 años”. 

Luego en la década del ‘80, mi papá Hugo con su hermano Horacio de 16 y 18 años, siguieron con la actividad que habían aprendido con el abuelo Manuel, viendo que no había este tipo de máquinas en toda la zona de Pasteur, y comenzaron a ofrecer el servicio de contratista con su máquina de fabricación casera, para luego agregar otra unidad de tres ruedas, marca Araus”, señala Nelson.

Llegando a sus propias vivencias Nelson recuerda: “Con 12 o 13 años, mientras estudiaba en la escuela de Realicó en La Pampa, con mi hermano nos sumamos al trabajo del tío Horacio, y un poco más tarde ya con 17 años cada uno compró una máquina para arrancar por su cuenta, siempre en la fumigación. Ahora, luego de trabajar 20 años de forma independiente, tengo cinco máquinas grandes muy equipadas, un par de ellas con botalones de 46 metros”. 

“Hasta este año tuve máquinas trabajando en el sur de Córdoba llegando a hacer el año pasado un total de 246.000 ha en dos estancias en Villa Valeria, de Adeco, otra en General Levalle y en La Catalina ubicada entre el Noroeste de Buenos Aires, contra la Picasa y al sur de Santa Fe. Pero en la actualidad el número del contratista es muy fino y se ha transformado en un negocio complicado”. 

Antes, con dos máquinas cada 3 años comparaba una nueva, hoy con 5 y haciendo 50.000 ha por máquina, es muy difícil cambiar una. Hace meses que no puedo ir un domingo a mi casa con mi familia, con más capital y mayor inversión que antes estoy menos en mi casa”, afirma. 

Cómo se organiza la tarea

Para moverse usa su carretón: “no ando con las máquinas por la ruta, y para trabajar me traslado por ejemplo unos 400 km hasta el sur de Córdoba. El año pasado fui a pulverizar en Olavarría, a unos 380 km de General Pinto, pero para el lado contrario de Córdoba”. 

Ando atrás de todo y en cada lugar tengo una casilla, 5 en total, con dos personas por máquina, que no se mueven hasta finalizado el trabajo. Armé un grupo de 10 muchachos incluyéndome, de General Pinto, de San Gregorio, otros dos de Córdoba, que son de mi confianza. El más nuevo debe tener al menos 5 años en la empresa, y otros llevan 15 años de antigüedad. Creo que el problema más difícil que tenemos los contratistas es la gente, su capacitación y su actitud hacia las tareas”. 

Como es un día corriente

Trabajamos de corrido toda la noche hasta las 10 de la mañana, que es cuando levanta la temperatura y empieza a haber algo de viento, y entonces paramos, comemos en la casilla y descansamos hasta eso de las 6 de la tarde que comenzamos de nuevo hasta las 10 de la mañana del día siguiente, aunque sin horario. La casilla es nuestra casa principal prácticamente, con todas las comodidades posibles, televisión, aire acondicionado, heladera”. 

A veces pasan 5 o 6 días sin volver a su casa y, si el pronóstico anticipa que vendrán todos días lindos, pueden pasar 15 o 20 días sin ver a la familia. Lo que ocurre es que cuando las condiciones se presentan propicias para aplicar, deben estar en el campo, ya sea para trabajar una hora, todo el día o toda la noche. 

Tanto a mi hermano como a mí nos costó mucho llegar donde estamos, y lo logramos porque lo hacemos con pasión, sin descanso los Sábados ni Domingos, ni Navidad o Año Nuevo, cumpleaños o Día de la Madre. En el sur de Córdoba trabajaba mucho maní y en La Catalina hacemos soja, maíz y trigo”. 

«Ando arriba de una máquina porque estoy acostumbrado a ello, pero me dicen que eso sale caro porque descuido otras cosas, como estar con el contador. Para supervisar los otros equipos aprovecho cuando baja la actividad de mi equipo«.

En la actualidad 

Si las condiciones del negocio fueran como hace un tiempo, Nelson sumaría al equipo otras 2 o 3 máquinas de alta tecnología, pero no hay disponibilidad de unidades en el país, como tampoco hay repuestos. Otro detalle es que se cobran los trabajos en pesos y los repuestos se pagan en dólares, como le ocurre a mucha gente que trabaja en este mercado. Tampoco hay cubiertas, “el año pasado tuve una máquina parada dos meses por falta de cubiertas”, señala nuestro entrevistado. 

Si se entiende que uno invierte en bienes para trabajar y producir, creo que es un contrasentido el no poder disponer de ellos. Ahora invertí capital en un tractor de 200 HP y una sembradora air drill de 30 líneas a 38 cm y no puedo sembrar porque no consigo la antena para el piloto automático porque no hay entrada a nuestro país de esos componentes”. 

Luego aclara que este año hará entre 40.000 o 50.000 hectáreas menos porque dejó muchos campos, debido a que los resultados han decaído de manera notable.

Ahora me llaman para regular máquinas de terceros, es algo que lo hago por gusto. En esos casos lo primero que miro son las boquillas, que las pastillas estén en condiciones, que la máquina no tenga pérdidas, que la constante del caudalímetro esté bien, que las bombas entreguen de manera correcta su caudal, que remueva bien el tanque. También hago un tarjeteo y esas tarjetas las puedo evaluar a simple vista o a través de las aplicaciones de los teléfonos, que dan datos como cantidad y tamaño de gota”, dice Nelson.  

Por Juan Raggio

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