Alejandra Álvarez, la fotógrafa estrella del campo: «Los desafíos me inspiran»

Alejandra Álvarez, la fotógrafa estrella del campo: «Los desafíos me inspiran»

¿Cómo llegó a ser una de las fotógrafas más reconocidas de la ganadería pero no considerarse fotógrafa? Dejarse llevar por el disfrute de probar cosas nuevas y perfeccionarse, pareciera ser la clave. No te pierdas el recorrido profesional de Ale Álvarez.

Diseñadora gráfica de profesión, madre de Pina; toca el piano y cocina para sus amigos en su tiempo libre; es decir, cuando no está trabajando en La Rubeta, donde es cabañero su marido, y cuando no está sacando fotos en una pista de exposición de los eventos ganaderos más importantes de Argentina y la región.

Iniciamos el zoom y la veo a Alejandra (48) con una amplia sonrisa cebándose un mate. La conocí el año pasado en Angus de Primavera pero recién ahora coincidimos para hacer la entrevista. Ella se encuentra en la localidad de Lezama, donde vive con su marido Miguel, y juntos trabajan en La Rubeta: “Hace 24 años que llevo todos los papeles, la comunicación, de todo un poco”.

Ale nunca tuvo relación con el campo hasta que, luego de estudiar algunos años de Economía en la UBA, se puso de novia con Miguel, se casó y se fue a vivir con él a La Rubeta. «Un día fui al campo y le dije ‘mirá qué linda vaca’ y Miguel me dijo, sí, pero es un toro (se ríe). El trabajo de cabaña es un universo paralelo a la vida real, digamos. O sea, es tan específico, tan profundo, tan detallista y es todo tan boutique, que una persona que no entra en este mundo no se puede imaginar que esto existe», dice convencida.

En esos primeros tiempos de adaptación a su nueva vida, comenzó de a poco a ayudar a su marido con los papeles de la cabaña: «Ahí me dieron una oportunidad buenísima de enseñarme un montón de cosas, todo lo que sé lo aprendí ahí. Fue un momento de mucho avance, de mucho crecimiento y fue bárbaro».

La Rubeta es una cabaña Angus que tiene más de 50 años, creada por Adolfo Fernández, abuelo de Martín y Carlos Fernández (dueños de la cabaña), y lleva ese nombre en honor a su mujer, la abuela de ellos.

El trabajo de Ale en la cabaña fue consolidándose a medida que sumaba mayores responsabilidades. Ahora no solo llevaba algunas cuestiones administrativas, sino que además manejaba la información de sociedades e inscripciones. En ese momento decidió sumar comunicación a su labor: catálogos, fotos, videos, y fue ahí cuando recibió un llamado que no rechazó: «Me llamó Tiziana Prada (presidenta del Foro de Genética Bovina y productora Braford), porque la habían contactado desde la Asociación Argentina de Angus para hacer fotos y me dijo ‘yo no me animo sola ¿querés venir?’. Y le dije que sí, obvio. A mí no me achican las cosas y le dije, dale, vamos, probamos y bueno, estuvimos sacando fotos como 10, 12 años en Angus».

Alejandra tomó cada oportunidad que se le presentó y redobló apuestas. En el 2001 hizo fotos en un remate por primera vez: «Lo tenía a Carlos Ojea (jurado) y a Carlos Fernández (cabaña La Rubeta), diciéndome, sí, va, va, no, esto sí, fíjate acá, fíjate allá; y me llevó dos remates entender cómo era la cosa. Al principio yo sacaba las fotos y mandaba las cinco o diez fotos para que ellos eligieran cuál era la mejor. Ya el segundo remate tenía más cancha y al año siguiente empecé a mandar las fotos que a mí me parecían».

Y agrega: «Empezás a tomar dimensión de la morfología del animal, de lo que está bien, de lo que está mal, de lo que tenés que mostrar o de lo que no, o de lo que tenés que disimular. Ellos son muy exigentes, muy detallistas. Lo que a mí me formó, literalmente, fueron ellos».

Actualmente, Ale es la fotógrafa oficial de Angus, Brangus, Braford de Argentina y de Angus, y Hereford de Uruguay. Este año cubiró AgroExpo en Colombia.

Sin embargo, me aclara: «En realidad, yo no soy fotógrafa. Fue todo de autodidacta, porque es muy específico. Yo agarro la cámara solamente para sacar fotos a vacas y a caballos. Solo hago fotos de animales, nada más, no hago otra cosa, no soy fotógrafa. No me considero fotógrafa porque nunca saqué con una cámara de rollo, nada. Yo hago eso que es lo que me gusta hacer, lo que le encontré la vuelta y que me encanta».

Su trabajo en la pista

La labor de Ale es tan específica como amplia. Su registro abarca, principalmente, animales en pista y remates, pero también a las personas detrás de las cabañas, a los que ganan, festejan y se emocionan. Hay algo de la empatía que brota en ella cuando está con la cámara en esos momentos porque sabe, fielmente, lo que cuesta preparar un animal para competir.

Al mismo tiempo, advierte: «Yo hago un producto que no va de la mano con la inmediatez, para la inmediatez está la prensa». Por ejemplo, el año pasado, en Braford sacó 17.000 fotos, de todas ellas tiene que realizar una selección, editar y recién ahí entregar un paquete terminado.

Para Ale, este trabajo tiene una particularidad que la hace realmente feliz: «Para mí lo mejor que tiene esto es que empezás a tener vínculos cercanos con otras personas (es verdad que me reconozco bastante extrovertida), pero esto es como una vida paralela (se ríe). Hace 20 años que veo a las mismas personas, en los mismos lugares y con la misma esperanza», explica y suma: «Yo fui por primera vez siendo novia y ahora tengo una hija de 22 años. Te van a buscar en camioneta, conversás 5 horas en la camioneta, te quedás a cenar, te preparan una rica comida, se preocupan porque estés cómoda. Llega un momento en el que vos no tenés conversaciones solamente de vacas y de trabajo, tenés conversaciones personales y terminás en los casamientos y en los cumpleaños».

Reconoce y agradece también la confianza que las personas del sector tienen en ella y su trabajo desde hace tantos años: «Diferentes cabañas que me llaman y yo me siento parte de sus equipos y de sus afectos». Lo invaluable de crear lazos fuertes.

Antes de cerrar nuestra charla, le pido que me diga tres características para alguien que se quiera dedicar específicamente a esto:

«Yo creo que uno lo que tiene que tener siempre es el interés a flor de piel, es decir, tener interés para aprender lo que no sabés. Además, tener la mente abierta para eso y prepararte. Si alguien va a empezar, siempre le digo lo mismo, prestá atención, mirá lo que hacen los que saben, tratá de aprenderlo de alguna manera y practicá. El proceso es ese, es mirar, aprender, prepararse y horas de vuelo, sí o sí».

Por Antonela Schiantarelli

En caso de replicar este contenido en su totalidad o parcialmente, por favor citar como fuente a www.expoagro.com.ar en el primer párrafo y al final de la nota.

Compartir