Alfajor celestial: un «Milagro del Cielo» en cada mordisco
Un producto artesanal de Mar del Plata que se consagró campeón del mundo. ¿Cómo lo lograron?
Cuando hablamos con Fabiana Ocaranza, su creadora, evoca aquella mañana de octubre de 2000, donde luego de algunos capítulos a prueba y error en su vida, abrió un emprendimiento en Mar del Plata: lo bautizó “Milagros del Cielo” y, 22 años después, ganó el primer Mundial del Alfajor.
«Son 23 años de trabajo, siempre con un perfil bajo y después del Mundial es como que esto explotó y bueno, yo siempre digo que los premios no tienen que ser nunca premios muertos. Uno los tiene que poner en acción siempre», cuenta.
Además, con algarabía relata: «Los alfajores se fueron a navegar en la Fragata Libertad. El año pasado obtuvimos el registro de marca país Argentina y al mes recibí una llamada telefónica de la teniente Basualdo de la Fragata y me dice que les encantaría tener el producto Milagros del Cielo a bordo. Bueno, yo les dije que sí, a los dos días me llamaron y me invitaron a navegar. Hice el viaje de Mar del Plata a Buenos Aires dos noches y ahora me voy a Costa Rica».
Lo que vieron (y probaron) los jurados en la definición del primer Mundial del Alfajor fue un producto que destacó entre 350 aspirantes. El alfajor de mousse de chocolate al licor, de singular sabor, imponente cantidad de relleno y sin dulce de leche, resultó ganador entre todos los finalistas. Ya había sido condecorado con la medalla de oro en la categoría “Mejor Sabor Exótico”, para la cual también la emprendedora candidateó uno elaborado a base de crema de avellanas y cacao.
Desde el 8 de agosto, cuando “Milagros del Cielo” conquistó a los jurados, la vida de Fabiana Ocaranza cambió para siempre. “Ese mismo día, a la noche, ya no teníamos más alfajores”, revela.
“No damos abasto porque somos una pequeña empresa artesanal. Dentro de mis posibilidades tuve que cambiar un montón de cosas. Estamos intentando acelerar el proceso productivo sin tocar la esencia del producto”, cuenta.
El mejor alfajor del mundo pesa entre 90 y 100 gramos y, según su creadora, el secreto es el equilibrio en su estructura y sabores. “Es un producto delicado. Tiene mucho relleno, pero no empalaga. Está en armonía con las tapitas, bañadas en un chocolate riquísimo”, define Ocaranza.
La primera mordida es como un abrazo dulce y tierno. La masa se deshace en tu boca, mientras el relleno de dulce de leche libera su tesoro de dulzura y suavidad. Cada bocado es una sinfonía de sabores, una danza deliciosa que hace que el tiempo se detenga y sólo exista el éxtasis culinario.
Con Milagros del Cielo, los sabores se convierten en poesía y la creatividad es un ingrediente esencial en cada creación. Cada alfajor es una obra de arte comestible, una joya culinaria que deja una huella imborrable en el paladar y en el corazón de quienes lo prueban.
Por Sergio Romano
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