Roberto Comparín, un enamorado del silvopastoril

Roberto Comparín, un enamorado del silvopastoril

El sistema que combina pastura, árboles y animales tiene grandes beneficios productivos, económicos y sostenibles. 

En tiempos donde la búsqueda de la sostenibilidad en los procesos productivos está siendo cada vez más demandada por los consumidores, implementar el sistema silvopastoril en la ganadería parece ser una respuesta posible. A pesar de que, principalmente, en las provincias del litoral se utiliza desde hace unos 30 años, la producción combinada de pastura, árboles y animales en una misma área aún no se extendió en otras zonas de Argentina.

En todo el país se puede hacer silvopastoril pero no hay cultura de este sistema. Muchas veces al ganadero no le interesa tener árboles entre medio porque le genera más trabajo e inversión al inicio. A su vez quien es forestal y tiene aserradero, como ocurre en la zona de Corrientes, difícilmente quiera hacer silvopastoril porque su negocio es la madera” afirma Roberto Camparín, productor y administrador de la Cabaña Doña Magda en Misiones quien, además, se declara “un enamorado del silvopastoril”.

Si bien este tipo de producción conlleva una inversión inicial, debido a que se debe dejar dos o tres años sin ocupar el potrero donde se forestó para esperar que crezcan los árboles, “se recupera en calidad de producción”, asegura el productor y agrega que permite “sacar un muy buen aprovechamiento a la parcela que se tiene en producción, tanto en pasto (kilos de carne a ganar) como en árboles”. 

Tres productos en un mismo lugar

El sistema silvopastoril permite realizar un buen manejo del suelo al combinar tres actividades productivas: resina, madera y pastura. 

Comparín explica que primero se debe preparar el suelo, para plantar los árboles a la distancia proyectada y al año siguiente se hace la plantación de pasto del cual se van a alimentar los animales. El Instituto Nacional Forestal a partir de los 600 árboles paga un subsidio por forestar, se deben hacer tres podas y dos raleos para que el árbol pueda crecer en diámetro, no solo en altura, indica.

Si bien algunos productores utilizan cedro o pino Paraná, lo más común es la plantación de alguna de estas dos especies: Eucaliptos, deben plantarse muy espaciado por ser una planta muy voraz en el agua y hay que acompañar con mucha poda para que crezca mejor su tronco, y Pino Elliotis, para el silvopastoril se utiliza un híbrido que crece muy bien, con gajos chicos y pocas hojas, no necesita tanta poda y se pueden plantar más cerca unos de otros, permitiendo igualmente más entrada de luz solar para que crezca mejor el pasto. 

Hasta que los árboles puedan venderse como madera, se aprovecha su resina para obtener dos productos, Colofonia y Trementina, utilizándose para producir una amplia variedad de elementos como compuestos de goma, revestimientos superficiales, barnices, pinturas, redes de pesca, entre otros. Gran parte de la producción es exportada a países limítrofes.

Por otra parte, se obtiene pasto de muy buena calidad que es el alimento del ganado. Como ejemplo de los resultados que se pueden obtener, el experto en silvopastoril describe: “En una parcela de una hectárea se puede tener, al momento de la tala rasa (10 a 12 años después de la plantación), una productividad de un 80% más que teniendo solo vacas”. Para mejorar todavía más la respuesta, en el pastoreo se le da una sal mineral especial proteica que hace que la vaca asimile el máximo posible del pasto en carne, dice.

Beneficios sostenibles

Como buen defensor del sistema silvopastoril, Camparín enumera los beneficios que se evidencian en la práctica:

Permite compensar la emisión de gas metano.

Es una buena combinación para producir más y en forma ecológica.

La forestación favorece la producción de oxígeno.

Aumenta la productividad forrajera. 

Los árboles dan bienestar a los animales al generar un microclima que brinda sombra, protege de la lluvia y de los vientos. Esto favorece la ganancia de kilos por hectárea, logrando 700 gramos por día, en cambio si el pasto es malo o la hacienda está incomoda o con calor, deja de comer y la ganancia va a ser de menos de 400 gramos por día.

-Se evitan incendios debido a la distancia entre los árboles, y a que el ganado va comiendo el pasto y no se acumula maleza seca. 

Es común ver en quienes aplican este sistema que, además de su campo con ganado y forestación, tengan un pequeño aserradero para aprovechar la venta de madera.

Superar la sequía

Durante los últimos tres años de sequía o poca lluvia, el productor cuenta que debieron sacar a los animales de los pinares, ya que el árbol consume mucha agua y se produce un equilibrio negativo para los pastos si hay seca”. Por lo tanto, se tuvo que enviar la hacienda a feedlot, vender anticipado o darle de comer granos, lo cual tiene un costo cada vez más elevado.  

En este sentido, en octubre de 2023 investigadores del INTA, del Conicet y de universidades nacionales evaluaron cómo responden los sistemas silvopastoriles frente al cambio climático. El estudio se realizó en 22 sitios localizados en 13 provincias de la Argentina y demostró la variabilidad de la respuesta de la producción de forraje en sistemas silvopastoriles a la sequía, que depende de múltiples factores, incluyendo la categoría de aridez, la intensidad de la sequía y el tipo de forraje. “Los resultados resaltan la importancia de comprender cómo los árboles afectan la producción de forraje en condiciones de sequía, lo que es crucial para la gestión de sistemas de producción ganadera con mayor resiliencia al cambio climático”, puntualizó el documento.

Una cabaña silvopastoril

La cabaña Magda, que pertenece a la empresa Enerbom y es administrada por Roberto Comparín, insemina desde hace 15 años a la totalidad de los animales, logrando obtener así una genética Brangus que es el 98% colorado y 2% negro.Un animal de genética expresa mucho mejor el engorde comiendo, que otro que no tiene genética. El tiempo, los plazos, la gente, el alambre o el agua que se necesita es el mismo para un animal que no tiene genética como para el que sí la tiene, la diferencia económica se ve en el resultado de venta”, asegura el administrador.

En la cabaña realizan destete hiper precoz y precoz. “El ternero que a los dos meses deja de mamar comienza a comer alimento balanceado especial”, describe Roberto y, como no podía ser de otra forma, cuenta que a partir de los 180 kilos se lleva al rumiante al sistema silvopastoril”, demostrando que si bien es un proceso que “lleva su tiempo, tiene muchos beneficios”.

Por Paola Papaleo

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