«La Rubia», ascenso, caída y la búsqueda de sostener una actividad difícil en el país

«La Rubia», ascenso, caída y la búsqueda de sostener una actividad difícil en el país

En sus mejores momentos, el emprendimiento familiar llegó a producir hasta 4 mil aves al año. Hoy ese número se redujo a entre 1000 y 1500. Las dificultades en la comercialización y faena son los principales frenos para la actividad.

La crianza de pavos es una alternativa económica poco explotada en el país, que tiene en el criadero “La Rubia”, uno de sus mayores exponentes.

El emprendimiento de la familia Herman, ocupa una superficie de 5 hectáreas y está ubicado en la localidad de Mercedes, provincia de Buenos Aires, a unos 100 kilómetros de la Capital Federal.

Jorge Herman, iniciador de la empresa, junto a su esposa y sus cuatro hijos (tres mujeres y un varón), informó que comenzaron en el año 2000, y “fuimos de menor a mayor, hasta llegar a una producción de 3 mil a 4 mil pavos anuales, y luego fue decreciendo”, hasta quedar en la actualidad en 1000 a 1500 animales.

Esta recaída de la producción está reflejada en que la mayoría de los productores de pavos que había en el país “en el término de 10 a 15 años se han fundido. Productores en Córdoba, en Azul, en Santa Fe. Pequeños, medianos y hasta dos productores grandes que estaban en Córdoba se fundieron”, subrayó Herman.

En este sentido, comentó que “la comercialización ha sido siempre muy complicada, y tenemos los pavos brasileños que entran con precios subsidiados, y rompen todo el mercado y la producción nacional. Estos productos son el descarte que tienen en Brasil y los mandan para Argentina, y los precios son tan irrisorios que, en el sur, a 2 mil kilómetros de Buenos Aires, tienen el mismo valor que acá, porque se ve que no los afecta el flete. Así es muy difícil competir, se lamentó el criador. 

En la misma línea apuntó que “este año la comercialización ha sido muy difícil, muy pobre, a pesar de tener precios realmente económicos, pero luego en la cadena hasta que llega al consumidor se encarece mucho, porque los comerciantes quieren sacar un 100% de ganancia y entonces deja de ser accesible para el bolsillo de las familias. De la producción sale a $2500 el kilo de pavita y $3000 el pavo”, detalló.

En cuanto a la posibilidad de incursionar en el mercado exterior, el productor consideró que es una meta inalcanzable porque “los mercados brasilero y europeo nos llevan cien años de ventaja y no hay ningún incentivo por parte del Estado en este sentido”.

En este punto, rescató e hizo un reconocimiento especial al trabajo que se viene realizando en el área avicultura del INTA Pergamino, con el que trabajó en los inicios del emprendimiento.

Producción alternativa

En “La Rubia” la cría es en un sistema semi intensivo, mayormente a campo, por lo cual los valores de conversión son distintos a los que se logran en los emprendimientos más industrializados.

Herman precisó que “por cada tres kilos de granos o ración balanceada, logramos un kilo de carne”, por lo cual destacó que es un animal de alta conversión, con un retorno económico interesante, con una carne de alta calidad proteica, con muy bajo colesterol.

Entre los beneficios de la crianza a campo, el productor marcó que se evita que los animales se estresen, además pueden complementar la dieta de granos y balanceados con alimentos naturales, y “eso se ve en la distinción de la carne, que es algo que nuestros clientes valoran mucho, porque es totalmente distinta la calidad de la carne con respecto a un animal en confinamiento”.

En cuanto a las crías describió que es una distribución equitativa entre machos y hembras, con un ciclo de crianza de cuatro meses para los primeros y de tres meses para las pavas. 

Trabajo en la granja

La actividad en la granja comienza a las 6.30 am. todos los días, con una recorrida por los corrales para revisar los comederos, apagar las luces y soltar a las aves para que pasen a los piquetes o al campo, y al atardecer toda la familia colabora en el encierro.

“Durante el día los pavos están en piquetes de 50 por 50 metros, sueltos, con agua a discreción y comida, y a la noche se los encierra en un galpón de 25 por 3 metros, con agua y luz”, detalló Herman.

Con este tipo de manejo se evitan los problemas de estrés y las enfermedades de las grandes producciones, “porque todo lo que es hacinamiento conlleva a enfermedades, sobre todo respiratorias. Por eso acá no tenemos necesidad de antibióticos o anabólicos. Se trata de trabajar lo más a conciencia y lo mejor posible”, destacó el criador.

Preparación del alimento

En “La Rubia” también se elabora todo el alimento balanceado que consumen los animales, en una planta propia que maneja Pablo, el único hijo varón de la familia Herman: “Los insumos que utilizamos son de primera, ahí no puede haber fallas, porque cualquier error se nota en la caída de la producción, por eso hay que estar permanentemente cuidando la calidad del alimento”, graficó Herman.

A lo largo de la crianza de los animales se emplean distintos tipos de raciones en cuatro etapas, hasta que cumplen los cuatro meses y se inicia la fase de terminación a campo. 

El balanceado está preparado con maíz, que aporta energía, y se le agrega soja en forma de expeller, que es la proteína vegetal; harina de carne y hueso que brinda la proteína animal; calcio y fósforo; aminoácidos; sal; núcleos vitamínicos; y cloruro de colina.

El cuello de botella en esta producción pasa por la faena, “en los animales chicos faltan estos espacios y es ahí donde el Estado tendría que intervenir para favorecer todos estos procesos de la agricultura familiar”, opinó el productor.

Por Pablo Salinas

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