El veterinario venezolano que descubrió los ovinos Black Belly en Misiones
Alexis Ferrer emigró con su familia en 2019 hacia Argentina en busca de una mejor calidad de vida y hoy, desde el establecimiento Doña Amelia del cual es socio, se convirtió en un referente en la cría de esta raza carnicera originaria de Barbados que los productores misioneros criaban sin saberlo.
Hace cinco años, Alexis Ferrer llegaba a Argentina junto a su mujer, sus tres hijas y su padre, buscando una vida mejor a la que estaban teniendo en Venezuela. Si bien la idea inicial era instalarse en Buenos Aires, el destino quiso que la ciudad de San Javier, en Misiones, se convirtiera en la base de su nuevo hogar.
Con solo unas valijas de mano, y luego de viajar durante siete días que implicaron tomar cinco aviones, varios colectivos y algún remis, finalmente lograron ingresar a la provincia de la tierra colorada a través de Foz de Iguazú. “Salir de Venezuela era nuestra primera meta, sin importar adónde fuéramos. Pero por cuestiones de idioma y de semejanza cultural, decidimos venir a Argentina”, comparte Ferrer y asegura que al llegar a San Javier encontraron “la paz que es lo que necesitábamos al salir de nuestro país. La gente nos dio una mano enorme, yo jamás pensé que nos iban a recibir de esa manera. Buscaban ayudarnos en la forma que podían, sin conocernos, un vecino se ofreció de garante para que podamos alquilar una casa, otros nos regalaron las camas, por ejemplo. Fueron todos muy receptivos, hoy muchos de ellos son nuestra familia aquí”.
Así, este médico veterinario de 48 años especializado en la cría de ovejas de pelo, se fue adaptando a las costumbres del interior como el respeto por la siesta. “En Venezuela dormir la siesta es inexistente, pero acá en Misiones es sagrada. Cuando llegué, salía al mediodía a buscar trabajo y no conseguía ver a nadie, no podía creer que todos estuvieran durmiendo”, recuerda.
Objetivos claros y perseverancia
Con una tradición familiar vinculada al campo, Alexis continuó en Venezuela el mismo camino desde su profesión como veterinario, ofreciendo asistencia técnica y trabajando también con algunas asociaciones de criadores de ovejas de pelo. Con varios premios recibidos por sus animales, reconoce que en su país “trabajaba bastante bien”, pero al mencionar el motivo que lo llevó a emigrar destaca: “El problema más grande era la inflación que teníamos. Había años que superaba el millón por ciento, llegaba un momento que por mucho dinero que tuvieras no alcanzaba. Mi esposa hacía largas filas durante horas bajo una temperatura que podía rondar en los 50 grados para comprar solo un kilo de arroz”. Además, sufrían las limitaciones del sistema de salud y la inseguridad, “en el campo teníamos un promedio de 2 a 3 robos semanales”, cuenta.
Una vez en Argentina, el objetivo fue conseguir un trabajo y así lo hizo en una empresa trasnacional ubicada en Oberá, hasta que la pandemia de Covid 19 modificó sus planes dejándolo sin empleo. Con su perseverancia por progresar, más adelante comenzó a colaborar con un médico en tareas relacionadas con ovinos y participó en cuanto curso se hacía para poder conocer a productores y hacerse conocer, realizando también un diplomado en Gestión Ovina Caprina en la Universidad de La Pampa. “Era la posibilidad a futuro de poder conseguir un trabajo para ejercer mi profesión”, afirma.
La estrategia dio sus frutos ya que así pudo conocer al propietario del Establecimiento Doña Amelia -Néstor Ortega-, ubicado en Fachinal, con quien comenzó desde hace dos años una sociedad. “Empezamos a organizar y a trabajar el campo que él tenía mejorando pasturas, también hicimos divisiones de potrero, sistemas de cruzamiento, identificación de animales, registros, controles de sanidad, inseminación artificial”, detalla.
Ferrer reconoce que al inicio, el armado de una nueva vida en Argentina “fue muy duro por varias razones: el desarraigo, alejarnos de nuestros seres queridos, además al poco tiempo de llegar inició la pandemia”. Asimismo, destaca: “Con el tiempo fuimos conociendo personas que nos dieron una mano, comenzamos a trabajar y poco a poco hemos salido adelante”. Por eso dice, sin dudarlo, que se siente “un misionero más”.
Descubriendo la Black Belly
En sus visitas por diferentes campos locales y con su experiencia en la tipificación de razas, Alexis Ferrer, quien al llegar a Argentina realizó los trámites para revalidar su título como veterinario, detectó que muchos productores tenían ovejas que clasificaban como Santa Inés pero sin embargo sus características coincidían con una variedad hasta el momento desconocida para los argentinos. Se trata de la raza de ovinos Black Belly, originaria de la isla de Barbados por lo que se la conoce también como Barbado barriga negra. «Así junto con otros productores comenzamos a separar a los animales por raza y a definirlos”, dice.
Estos ovinos son de áreas tropicales, se caracterizan por su coloración marrón rojiza, con el vientre, las patas y la mandíbula de color negro. “En su lugar de origen, donde las condiciones climáticas son muy fuertes y la oferta forrajera es baja, son de mediano tamaño pero al traspolarlos a lugares con una mejor oferta forrajera como Misiones, su talla es más grande y expresan mejor su potencial reproductivo”, explica el médico veterinario. Entre las características de esta raza carnicera se destacan una alta rusticidad, no estacional, excelente habilidad materna, resistencia a parásitos y enfermedades.
Principalmente, las hembras sobresalen por su alta prolificidad, al tener la capacidad de dar de 3 a 4 crías por parto, con un intervalo entre parición de 240 días. Si bien su peso al nacer es bajo, tienen una rápida ganancia de peso con una carne magra con poca grasa. Además, son animales pocos selectivos a la hora de comer, por lo que pueden alimentarse solo a pasto.
En el establecimiento que Ferrer lleva adelante junto a Ortega, ya se encuentran produciendo ovinos Black Belly “con la mayor pureza posible” que se suman al stock de Santa Inés. Así, en el mes de febrero presentaron por primera vez en un remate a algunos de los ejemplares de esta raza tropical que supo adaptarse al clima y la geografía del norte argentino. “Si bien durante el remate no se vendieron, al día siguiente el teléfono no dejó de sonar y finalmente fueron vendidos a un productor de Corrientes”, cuenta Ferrer convencido de que en el país “se está ampliando la población de esta raza sencillamente por un interés económico: son animales que pueden tener un parto cada 240 días, dando en promedio 1 cría y media”.
Con gran entusiasmo Alexis resalta la importancia de que los productores reconozcan la existencia de esta raza entre sus planteles, por lo que pone a disposición su experiencia y conocimiento para que puedan aprovechar los beneficios. “Veo que en Argentina hay un crisol de oportunidades, hay mucho potencial productivo y mucho por hacer”, asegura.
Por Paola Papaleo
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