Agricultura

07/08

INTA-Aapresid: una alianza basada en la innovación colaborativa

Convencidos de que la clave del éxito está en combinar conocimiento científico y experiencia a campo, investigadores, productores y empresas hacen sinergia en el Programa Sistema Chacras. Este entramado de Chacras reúne a grupos de productores con una necesidad común e impulsa la construcción colaborativa de soluciones. En 15 años, el Programa generó 20 Chacras que involucran más de 400 mil hectáreas en todo el país con buenos resultados.

Hace 15 años se formalizó un acuerdo entre Aapresid y el INTA que dio origen al Programa “Sistema Chacras”. Este mecanismo reúne productores con una necesidad común en Chacras. Así, con un enfoque participativo investigadores, productores y empresas combinan el conocimiento científico con la experiencia a campo para construir de manera colaborativa la solución, ajustada a las condiciones de cada ambiente y sistema de producción. 
 
“El ´Sistema Chacras´ es mucho más que un programa de Aapresid, es una condición necesaria de la innovación colaborativa, subrayó Rodolfo Gil -creador y director académico del programa sistema chacras de Aapresid y experto en conservación y manejo de suelos del INTA-.  
 
Este formato innovador consiste en asociar a diversos actores agrícolas de la región bajo un enfoque participativo, en el que los productores sean parte de los procesos de definición y resolución de los problemas que enfrentan. Para Gil, “cuando el saber práctico se junta con el conocimiento científico se genera una sinergia que permite obtener soluciones rápidas y de calidad”. 
 
“Yo estaba convencido de que las respuestas tenían que salir de ellos, que tenían que ser protagonistas de su propio desarrollo. Había que convertir a los productores y sus campos en figuras activas de producción y transmisión de conocimientos”, recordó Gil para relatar los inicios del Programa.  
 
Según detalló, “los nuevos conocimientos para el agro suelen venir del ámbito académico-científico o incluso desde las propias empresas de tecnología, pero no siempre satisface directamente las demandas que existen a campo. Es que, existe un mosaico de realidades y necesidades que varía de un ambiente al otro, al tiempo que es necesario incluir la cultura, la forma de entender y hacer las cosas, el conocimiento y la experiencia de cada productor. 
 
De ahí la necesidad de crear este sistema de innovación colaborativa, llamado Programa Sistema Chacras, que cumple 15 años y un largo historial de logros luego de generar 20 Chacras e involucrar a más de 400 mil hectáreas en todo el país. “La sostenibilidad es colectiva, fomenta la creatividad y la innovación”, subrayó Gil, al tiempo que destacó que la integración horizontal entre el productor, la ciencia y las instituciones es el camino estratégico. 

Por su parte, María Beatriz “Pilu” Giraudo –vicepresidente de INTA– celebró la articulación público-privada por ser una innovación global que plantea la reunión y discusión de productores, científicos, técnicos y la universidad en forma conjunta para solucionar los planteos en el territorio, con rigor y base en la ciencia, sumada a la celeridad de los procesos de divulgación y adopción para competir con la vertiginosidad del avance científico-tecnológico.  Según explicó, el desafío es seguir fortaleciendo este abordaje, su dinamismo y exigencia de mejora y adaptación continua a la evolución y demandas locales, regionales y globales.  
 
Asimismo, Horacio Berger -director del Centro Regional Buenos Aires Sur del INTA- reconoció que el vínculo entre el INTA y Aapresid permitió acelerar la aplicación de resultados y conocimientos científico-técnicos en el sector productivo. Según señaló, gracias a la colaboración constante y la creación de redes activas entre profesionales de ambas instituciones, se logró una integración efectiva de ensayos de investigación, laboratorios y parcelas experimentales con el campo. Para Berger, el trabajo conjunto fue clave para identificar desafíos y desarrollar soluciones dentro del sistema agroalimentario, siguiendo un modelo interactivo de innovación que combina capacidades, conocimientos y experiencias.  
 
Entre los logros obtenidos, Berger destacó el desarrollo de conocimientos y tecnologías para el manejo eficiente de cultivos de cobertura y rotaciones, optimizando el uso de recursos y nutrientes. Según señaló, estos avances se surgieron mediante investigaciones conjuntas, experimentación y ajuste tecnológico en establecimientos, con especial atención a la dinámica de nutrientes y su impacto en cultivos posteriores.   

Trabajar juntos para desarrollar valor 
 
El Sistema Chacras tiene como objetivo generar conocimiento para responder a las demandas del productor y contribuir al desarrollo local mediante el agregado de valor y tecnologías de triple impacto: económico-ambiental-social. Fruto de 15 años de sinergia entre investigadores, productores y empresas se crearon alrededor de 20 Chacras, de las cuales 11 están hoy activas en diversos ambientes y numerosas necesidades. 
 
La Chacra Pergamino-Colón fue una de las pioneras del Programa y se orientó a aumentar el número y diversidad de cultivos de las rotaciones con estudios de rotaciones tradicionales hasta coberturas permanentes con praderas de gramíneas y alfalfa. Además, se evaluaron una amplia gama de cultivos de renta y de servicios, en distinta combinación e intensidad. 
 
Otra pionera fue la Chacra Bandera que surgió para enfrentar la problemática de malezas resistentes. Abordó la necesidad desde un enfoque más integral, al generar información de valor en temas como biología de malezas, uso de residuales y de cultivos de servicios. 
 
Además, lChacra América integra 9 experiencias del noroeste de Buenos Aires, sudeste de Córdoba y noreste de La Pampa que tienen en común los suelos salinos y anegables como una problemática central a resolver. Para reducir el riesgo hídrico que presentan y, así, recuperar su productividad hay dos tipos de estrategias: limitar el ascenso capilar que deposita sales en el perfil o superficie del suelo y fomentar el lavado de sales con la infiltración de agua de lluvia. 

Fuente: INTA

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