El auge de la producción porcina: la experiencia de Gastón Franco y su familia
Gastón y Cristián Franco, productores porcinos de Junín, comparten cómo su familia se convirtió en un establecimiento modelo con 350 madres, enfocado en calidad, sostenibilidad y tecnología. Desde el bienestar animal hasta la innovación en energías renovables, su historia refleja los desafíos y oportunidades de un sector en crecimiento.
En un campo cercano a Agustina, un pequeño pueblo próximo a Junín, la familia Franco lleva más de tres décadas desarrollando su producción agropecuaria. Lo que comenzó como una actividad de cría ganadera vacuna tradicional fue evolucionado hacia una producción porcina intensiva, marcada por el avance tecnológico y un fuerte compromiso con la sostenibilidad y la calidad.
Gastón y Cristián Franco, son dos de los integrantes de esta familia de productores que heredaron de su padre la pasión por producir. Así el negocio porcino de los Franco fue creciendo hasta contar con una granja de 350 madres en ciclo completo. En este proceso, gestionan desde la alimentación y el bienestar de los animales hasta la comercialización de la carne, mayoritariamente destinada a carnicerías locales. “Hoy en día, el 70-80% de nuestra producción va a carnicerías en forma de carne fresca, mientras que el resto se destina a fiambres”, explica Cristian.
De la tradición al modelo intensivo
La evolución de la porcicultura en la familia Franco refleja un cambio en las prácticas del sector. “Antes, los cerdos estaban en corrales de tierra y comían maíz con balde. Hoy, están en galpones con condiciones ambientales controladas, alimentados según raciones diseñadas por nutricionistas”, cuenta Gastón. Este enfoque no solo mejora la calidad del producto final, sino que también prioriza el bienestar animal y la sanidad.
La competencia de carne fresca importada de Brasil, con precios más bajos y prácticas productivas diferentes, genera desventajas para los productores locales.
Argentina, señala Franco, cuenta con ventajas sanitarias debido a su baja densidad porcina y su gran extensión territorial. Sin embargo, la producción moderna enfrenta desafíos, como la necesidad de cumplir con estrictos estándares de calidad y adaptarse a las demandas del consumidor. “Ahora el cliente distingue la carne de color marmolado, el color rosado y otros aspectos que antes pasaban desapercibidos”, comenta.
Un sector en transformación
La producción porcina también ha tenido que adaptarse a un consumidor cada vez más exigente y a los vaivenes del mercado. Mientras que el consumo de carne vacuna ha disminuido, la carne porcina ha ganado protagonismo, alcanzando un consumo promedio de 22 kilos anuales por habitante en el país.
“Hoy en día, el 70-80% de nuestra producción va a carnicerías en forma de carne fresca, mientras que el resto se destina a fiambres”, explica.
Este crecimiento está ligado a una mayor eficiencia en la producción. Gastón destaca que “la alimentación representa el 70% de los costos de producción”, con dietas específicas para optimizar la calidad de la carne. Además, la familia Franco ha incorporado sistemas de gestión ambiental para minimizar el impacto de los residuos, utilizando estiércol como fertilizante y apostando por energías renovables con paneles solares para reducir costos eléctricos.
Desafíos y oportunidades
A pesar de los avances, los productores porcinos enfrentan obstáculos significativos. La competencia de carne fresca importada de Brasil, con precios más bajos y prácticas productivas diferentes, genera desventajas para los productores locales. También existen problemas impositivos, como la diferencia entre el IVA de insumos (21%) y el de venta (10,5%), que afecta la rentabilidad.
Sin embargo, Gastón se muestra optimista respecto al futuro del sector. “Es una actividad de volumen, y el productor tendrá que buscar formas de asociarse o elaborar productos diferenciados para llegar mejor al consumidor”.
Mirando hacia adelante
El compromiso de la familia Franco con la innovación y la calidad los ha llevado a ser referentes en la producción porcina en la región de Junín. Además de atender el mercado local, trabajan en iniciativas que combinan eficiencia productiva con sostenibilidad, como la implementación de tecnologías renovables y la mejora de prácticas agrícolas complementarias.
Para Gastón y su familia, el camino de la producción porcina no es solo una actividad económica, sino un desafío constante que combina tradición, innovación y pasión. Con cada paso hacia adelante, los Franco no solo refuerzan su legado familiar, sino que también contribuyen al desarrollo de un sector clave en el agro argentino.
Por Diego Abdo
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