Lo que pasa en el campo
27/02/23
Agricultura en periurbano: una asignatura pendiente
Producir en el área periurbana es, en el sur de la provincia de Santa Fe, un dolor de cabeza. Una cuestión que para la mayoría de los pueblos y ciudades de la ruralidad es sinónimo de confrontaciones, fundamentalmente por los prejuicios que existen ante el uso y aplicación de productos fitosanitarios.
Es frecuente que en cada distrito (pueblo y/o ciudad) se establezcan límites agronómicos que implican cientos y miles de hectáreas improductivas que también conlleva complicaciones tanto para el sector urbano como para el rural.
Desde hace muchos años, organismos públicos, privados, ONGs, colegios profesionales y las empresas involucradas conviven en la búsqueda de soluciones con un compromiso fijado en la sustentabilidad que, definitivamente, excede las distintas regulaciones de zonificación.
Existen, en nuestra Argentina y en el mundo, tecnologías (Agtech) y productos (banda verde y biológicos) que reúnen las condiciones para producir. También hay ejemplos concretos.
Una decena de empresas; funcionarios de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca -SAGyP- de la Nación (Dirección de Innovación); referentes del Ministerio de Producción, Ciencia y Tecnología de Santa Fe; profesionales del INTA VT; y el Gobierno local, compartieron una jornada en la Sociedad Rural Venado Tuerto. El eje del encuentro fue visibilizar y concientizar sobre el potencial disponible para producir en periurbanos.
La zonificación
“La importancia de la altísima tecnología que tenemos, terrestre y aérea, y poder usarla es impactante”, cita el ingeniero agrónomo Esteban Frola, asesor privado, ejemplificando con lo que sucede en países de Europa y norteamérica “donde aplican hasta la ventana de la casa”, resaltó.
Frola apunta que “en la producción extensiva tenemos cultivos sensibles a un metro y medio, separados por un alambre, y manejamos perfectamente el tema. Lo mismo se puede hacer en el periurbano”.
“Generalmente todas las urbes están ubicadas en los mejores suelos, en zonas altas, entonces si se dejan anillos muy grandes quedan zonas improductivas”, ponderó. Una situación a destacar es la ocurrida en Pergamino, provincia de Buenos Aires, donde la reglamentación municipal afectó al campo experimental del INTA y le redujo casi 300 hectáreas.
Sentido común
“Hay que tener sentido común y darse cuenta de que se puede producir con el menor impacto ambiental. Hay una evolución tremenda en los productos, y una inmensa evolución en la maquinaria, todo fruto de la investigación”, remarca Frola.
Falta información
De su experiencia, Frola repara en cómo influye la falta de información en los preconceptos que tiene el habitante urbano. “Más de una vez se invita a las autoridades locales y no va nadie. Y estas reuniones tienen éxito cuando se junta al sector productivo con el sector político. Eso es clave, y las mejores resoluciones surgieron de donde están en Colegio de Ingenieros, Aapresid, CREA, más la parte política”, que debe atender el reclamo de la gente que vive en la zona periurbana, y lo hará mejor con toda la información a su disposición, porque hay desconocimiento en la población.
Tecnología y seguridad
El Ingeniero agrónomo Andrés Méndez, director de Innovación de la SAGyP, citó “los ecosistemas dinámicos y colaborativos formados por empresas agtech para trabajar bien en el periurbano”, para aportar seguridad. “Juntamos la estación meteorológica que informa las condiciones al aplicador, que lo recibe en su máquina. Ese dato se cruza con una estación fija o un teléfono celular que le aporta los datos del lugar puntual y se puede hacer blockchain de la aplicación, y también tenemos trazabilidad del equipo”, enumeró, añadiendo que se agrega información sobre las zonas más peligrosas. “Todo se respeta porque está bajo software”, aclaró.
Otra tecnología que da seguridad son “los sensores de índice verde, actualmente en fase dos, que reconoce a la maleza en el cultivo; y a su vez la visión artificial que cumple la misma función, y a eso le sumamos la nanotecnología que baja el producto activo a aplicar por hectárea. Con todas las tecnologías puestas en marcha vamos a aplicar -en un lote estabilizado- 15% o menos de lo que actualmente se aplica”, remarcó.
Si de adelanto se trata, Méndez recordó que se está trabajando con drones que identifican la maleza y el producto activo para cada una. “A medida que se desglosa el problema y cómo atacarlo, empiezan a aparecer las ideas y las herramientas. Y así será para siembra, cosecha, almacenaje de granos, el traslado, todo el ecosistema que el productor necesita. Tenemos las herramientas para demostrar lo que hace el productor en el campo”, completó.
No es la distancia sino la forma
Una aclaración muy importante que aportó Andrés Méndez da por tierra con las regulaciones que se basan en las distancias de las zonas urbanas. “Si ponen un límite de dos mil metros y se aplica mal, el producto queda flotando en el aire por la inversión térmica y a las dos horas está sobre el área urbana. La solución no son los metros sino la tecnología que se usa”.
En el mismo sentido Frola refuerza: “si se pone a disposición toda la tecnología que hoy está disponible en Argentina, la deriva es cero”.
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