Camino a su primer siglo, la Escuela Agrotécnica Salesiana del Valle sigue apostando a generar “honestos ciudadanos”

Camino a su primer siglo, la Escuela Agrotécnica Salesiana del Valle sigue apostando a generar “honestos ciudadanos”

Al establecimiento asisten cerca de 270 estudiantes que conviven de lunes a viernes, en un sistema de internado. El 16 de octubre de 2025 la escuela cumplirá sus primeros cien años de vida.

Durante la última edición de Expo Angus de Primavera un grupo de estudiantes de 7º año de la Escuela Agrotécnica Salesiana (EAS) Carlos M. Casares, del Valle, Partido de 25 de Mayo (provincia de Buenos Aires), pisó la pista del Centro de Remates y Exposiciones de Cañuelas, para participar de la Jura Angus Junior.

Los alumnos ya habían tenido una experiencia similar meses antes, al consagrarse subcampeones de las Olimpiadas Lecheras Nacionales en Todo Láctea 2024, donde ya habían sido campeones en la edición de 2023.

Pero más allá de estos logros, un dato sobresaliente de esta escuela son las características del tipo de servicio que brinda a la comunidad, con alrededor 270 chicos que viven en el establecimiento de lunes a viernes, y donde este año egresarán 31 estudiantes como Técnicos Agropecuarios con especialización en Agroalimentos. Un dato extra: el año próximo cumplirán un siglo de existencia.

Camino al primer siglo

La Escuela Agrotécnica Salesiana (EAS) Carlos M. Casares, fue fundada el 16 de octubre de 1925, por iniciativa de Concepción Unzué de Casares (1 de diciembre de 1864 – 17 de junio de 1959) para desarrollar la educación de la gente que trabajaba en los campos de la zona (hijos de peones y pequeños y medianos agricultores).

“En esos tiempos había una gran crisis educativa por carencia de escuelas, y en especial en el interior. Además, estaba el tema de las distancias y la vida de la gente de campo hacía que las escuelas fueran con internados. Concepción toma una iniciativa de su padre, que a fines del siglo XIX había fundado una escuela que se llamaba ‘La Argentina’, y la reorganiza en una nueva propuesta educativa a cargo de los salesianos de la congregación de Don Bosco”, describió el director de la EAS, Jorge Ledesma.

Como prueba de los principios que regían a la familia Unzué, ese mismo año la hermana de Concepción (María) donó, con el mismo plano, la Escuela Agraria Salesiana en cercanías de la localidad bonaerense de Ferré, “es decir que son dos escuelas mellizas en cuanto al diseño, que fueron donadas por la misma familia y con la misma intencionalidad: promover la educación de los productores y los peones rurales del campo naciente”, puntualizó Ledesma.

La donación original de Concepción incluyó la entrega del casco llave en mano, compuesto por dormitorios, comedor, capilla y aulas, para una población estudiantil de 80 alumnos. 

Además, se les entregó a los salesianos 1100 hectáreas de campo, cuya finalidad era solventar el funcionamiento de la escuela que fue pensada para albergar a estudiantes de sectores menos pudientes, por lo cual se implementó un sistema de becas.

Crecimiento y ampliaciones

Al poco tiempo la escuela comenzó a crecer en su población estudiantil, y fue necesario encarar un plan de ampliación, que decantó en la incorporación del ciclo básico del nivel secundario (1º, 2º y 3º año), brindando un título intermedio de “Mayordomo de Estancia”.

“Los alumnos ingresaban en marzo y egresaban en diciembre y compartían la vida y el trabajo con la comunidad salesiana que llevaba adelante casi todas las actividades productivas. Además de la agricultura y ganadería, aparecen el tambo, la producción de cerdos y de quesos, siempre con un espíritu de innovación y de mejora, para el sostenimiento de los alumnos y enseñarles nuevas técnicas de producción que les permitieran volver a sus familias con nuevos conocimientos”, detalló Ledesma, y precisó que a fines de los años 50’ la escuela pudo completar el ciclo secundario y dejó de ser escuela primaria.

Cooperación internacional

En la década del 80’ el colegio recibió algunas ayudas del gobierno alemán que le permitieron ampliar la infraestructura e incorporar un moderno taller de mecánica agrícola, carpintería vinculada a la ganadería y otras iniciativas que fueron consolidando el proyecto educativo.

En este trabajo conjunto con el gobierno alemán, que tiene un programa de energías alternativas para países en vías de desarrollo, se puso en marcha un proyecto de biodigestor.

“La institución salesiana, que es un conjunto de escuelas que hay en Argentina, trabaja como ONG y presentamos un proyecto al gobierno alemán. Por esa iniciativa el gobierno nos financia la construcción de un biodigestor que se alimenta con los purines de los cerdos, de los gallineros y el suero residual de la industria, y con eso producimos gas que se emplea en la caldera principal y para calentar el agua y que alrededor de 130 estudiantes se puedan bañar todos los días, y con los residuos del biodigestor se produce un fertilizante natural que se utiliza en los campos de la escuela”, valoró el docente.

También en la década del ‘80, a partir de nuevas donaciones, se logró ampliar la superficie total de la escuela a 2650 hectáreas, “con lo cual se convierte en productor agropecuario de mediana importancia y en formador de una nueva generación de personas, ‘honestos ciudadanos’ como dice la tradición salesiana, y de técnicos con una capacidad productiva significativa”, apuntó el director.

Educación y producción

En la actualidad la EAS tiene producción de ganadería de cría, unas mil hectáreas por año dedicadas a agricultura con distintos tipos de sembrados (maíz, soja, girasol, sorgo, trigo, cebada), un tambo con alrededor de 200 vacas cuya producción se emplea, un 50% en la elaboración de quesos, y la otra mitad se vende a una empresa privada con todos los estándares de calidad correspondientes.

Por otra parte, cuentan con un criadero de cerdos, con alrededor de 70 madres, y la carne que se produce se utiliza en el comedor escolar y para la elaboración de distintos tipos de chacinados, que al igual que los productos lácteos cuentan con todas las habilitaciones provinciales y nacionales.

“En estas producciones los alumnos participan aprendiendo cómo hacer una producción correcta, con estándares de calidad y las normativas de sanidad vigentes en estos momentos”, explicó Ledesma.

A todo este andamiaje productivo se suman otras de menor cuantía, como criadero de aves, con gallinas ponedoras y pollos parrilleros, con lo cual se abastece la alimentación de los 270 alumnos y unos 30 docentes que residen en la escuela de lunes a viernes.

El cuerpo docente total está compuesto por cerca de 70 profesores, en distintos roles, y la planta total de personal del establecimiento está compuesta por alrededor de 90 personas.

“Tenemos una gran demanda de matrícula, porque ingresan por año 50 nuevos alumnos, y por lo general tenemos unos 90 a 100 interesados. Nosotros brindamos educación hasta lo que nos permite la capacidad actual, que es en torno a los 270 alumnos, que es lo que podemos tener como residentes”, comentó el docente y agregó que la mayoría de los estudiantes proceden de localidades ubicadas en unos 200 kilómetros a la redonda de la escuela.

Ledesma puso el acento en la enseñanza que se brinda en la escuela y en lograr que sea lo más eficiente posible, teniendo en cuenta que “la producción se utiliza para financiar el plan de becas, que hoy alcanza a alrededor del 30% de la matrícula, con becas totales o parciales”.

Pasando en limpio, el director remarcó que “buscamos tener una producción eficiente, tratando de ser docentes que predican con el ejemplo y también para ampliar el acceso a la institución a la mayor cantidad posible de chicos de sectores menos favorecidos. Nosotros podemos decir con alegría que la cuestión económica no es un impedimento para ser parte de la propuesta educativa de la escuela salesiana”.

El aspecto humano es uno de los ejes educativos del colegio, poniendo foco en la responsabilidad, el compañerismo, la vida común, el diálogo como vía de solución de conflictos, siguiendo la línea de la educación cristiana, para fortalecer la meta de generar “honestos ciudadanos”.

Por Pablo Salinas

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