¿Cómo cambió la forma de trabajar el campo a lo largo de los años?
Cada 8 de septiembre se celebra el Día del Agricultor y del Productor Agropecuario, y para homenajear el trabajo de miles de familias argentinas, hicimos una entrevista a productores que recuerdan su infancia y juventud de hacer el tambo y manejar tractores. Cómo ha cambiado, en poco tiempo, esto de sembrar, cosechar y producir.
El Día del Agricultor y del Productor Agropecuario se celebra en Argentina desde 1944, cuando el gobierno lo decretó recordando a la primera colonia agrícola que se fundó en la localidad santafesina de Esperanza el 8 de septiembre de 1856.
Aquella primera colonia le ofrecía parcelas de tierra a alrededor de 1100 inmigrantes de origen suizo. Desde el 8 de septiembre de 1910, en el centro de Esperanza se encuentra el Monumento a la Agricultura Nacional, en la Plaza San Martín.
Este día busca reconocer el compromiso diario de todos los hombres, mujeres y las familias que trabajan la tierra, desarrollando una actividad fundamental para la economía argentina, que llena de vida a miles de pueblos del interior del país y es parte de nuestra historia.
“En los comienzos, todos los inmigrantes que venían con la intención de trabajar en los campos fueron agricultores, porque se empezó con el trigo, después, como no era suficiente producir solo trigo, se necesitaron las vacas y se empezó con poquitas vacas a hacer el tambo. Y el pasto de la vaca, del ganado, era la gramilla”, dice Rubén Ruatta, productor agropecuario en Córdoba.
“Era el pasto natural”, comenta Nelso Gonella, también productor agropecuario de La Tordilla, “después empezó a haber algo de alfalfa cuando empezó a haber más animales, y para los caballos que se usaban cuando no había tractores”.
“Se fue agricultor, después se pasó a los tambos, y mucho ahora se volvió a la agricultura. Antes prácticamente todas las familias tenían tambo, ahora hay menos tambos pero más grandes, que invierten en las nuevas tecnologías, se trabaja con feedlots el engorde, todo se fue adaptando”, termina Rubén.
De familias agropecuarias
Nelso dice: “Tengo 67 años, somos productores agropecuarios porque es lo que uno aprendió desde chiquito. Yo tengo el primario nomás, ella (Marilyn Fauda, su esposa) tiene el secundario. Mi papá me preguntó varias veces si yo quería seguir, y le dije que no. “Bueno, vas a criar chanchos” me dijo, así que empecé criando chanchos a los 12 años”.
“Yo a los 12 años empecé a ir al tambo”, comenta Marilyn Fauda, también productora agropecuaria; ella y Nelso están casados y viven en un campo cercano a La Tordilla hace 42 años. “Fui al tambo hasta los 17, en general se hacía producción mixta, pero nosotros teníamos el tambo, y se sembraba para darle de comer a las vacas… lo hacía la propia familia al tambo, hasta que uno podía poner un tambero, pero era un lujo”.
Marilyn sigue: “Toda la familia hacíamos el tambo, yo era la mayor y la más grande físicamente así que le ayudaba a mi papá, y mi hermana le ayudaba a mi mamá. Era traer las vacas, manearlas, largar el ternero, hacerlo mamar, y bueno, el primer tiempo ordeñaba a mano todavía mi papá, y después llegó a la máquina de dos bajadas. Una noche volvíamos del baile toda la familia, porque salíamos todos, creo que era un baile en Cuatro esquinas… Como a las 3 de la mañana llegamos a casa y mi papá dijo: “¿Por qué no vamos a hacer el tambo enseguida y después nos acostamos a dormir?” Y no pudo hacer andar el motor, era el motor con la manija, que arrancaba, poníamos las pezoneras, y no andaba, se paraba el motor así que se caían las pezoneras, no lo pudo hacer arrancar, así que los bajó y los subió a todos los Fauda juntos, nunca lo había visto a papi tan enojado, ni las vacas creo que balaban… Y yo fui ordeñado a mano las vacas que eran más mansas, y bueno, casi terminando de ordeñar arrancó el motor”.
Nelso: “Yo lo hice dos meses a mano al tambo, mi papá en el año ’74 vendió 120 cabezas donde iba incluido el plantel lechero para comprar 84 hectáreas de campo, y sobraron animales. Ese día se comió y se tomó en el campo porque era la época que se hacía el asado el día del remate, y hay gente que los dejó ahí a los animales un tiempo, los compraron y se fueron y los dejaron ahí, por eso se hizo el tambo esos días, habrán sido 20, 25 animales… se ve que la tierra valía menos porque creo que no llegaron a 100 animales lo que necesitó vender para las 84 has. Y ya como había salido bien el negocio mi viejo empezó a comprar vaquillonas enseguida nomás, y arrancó de nuevo, pero ya después cuando entró hacienda de golpe se puso tambero”.
Marilyn: “Pero acá ustedes tenían más mezclado, hacían también agricultura, en cambio nosotros teníamos el tambo nomás, y alcanzaba para vivir nomás, éramos pobres, como una conclusión, y yo tenía 16 o 17 años cuando pudimos poner tambero, y era un lujo. Eran chicos de más o menos mi edad y ellos se acuerdan que les dejábamos el tarro de aceite amarillo, el Patito, lo dejábamos colgado al lado de la manga para juntar la leche para el consumo, para el café. Y éramos amigos, íbamos a la escuela juntos, y a veces cuando la maestra que venía de Córdoba faltaba, yo estaba en séptimo grado y ellos en grados más bajos, entonces como yo estaba en un grado más alto iba ese día y les daba clases, lo típico, una redacción, multiplicaciones y divisiones, eso que uno ya lo sabía, entonces uno ayudaba a la directora”.
Marilyn es oriunda de Los Quebrachitos, un paraje a 15 kilómetros al norte de Tránsito, en Córdoba. El paraje es una escuela, que estaba a 500 metros de su casa. “Después la nona Fauda donó una hectárea y se hizo el edificio nuevo de la escuela, pero estaba pegado así que a la escuela yo siempre fui caminando porque estaba cerca, cruzando el potrero”.
Nelso y Marilyn viven desde siempre en el campo. “Nunca vivimos en el pueblo…”, dice Nelso, “cuando tenía 3 años fuimos a vivir a Coyunda, que también era campo, y a los 6 volvimos acá. Hace 61 años vivo en el mismo lugar, y toda mi vida en el campo”. Marilyn tiene 61 años y vivió 19 años en el campo de su familia en Los Quebrachitos y los últimos 42 en la zona rural de La Tordilla, desde que se casó en junio de 1982.
Marilyn: “A manejar, yo empecé a manejar el tractor, y después la camioneta. Y siempre había que ayudar, les iba a llevar la merienda a mi papá, a los hombres que estaban trabajando en el potrero… ¡Era el mate cocido más rico del mundo! Se llevaba la merienda en una botella de vidrio porque no había otra cosa, el mate cocido con un pedazo de pan con dulce, o con chorizo, pero era muy poco, se carneaba poco porque no había con qué. Ese mate cocido era tan rico…”
Nelso: “Cuando era chico también iba a llevarles las cosas, y si estaban trabajando en el trigo para tomar el mate cocido, era cortar la pajita del trigo y chupar el mate cocido en la taza con el palito del trigo. La pajita era la bombilla”.
Marilyn dice riendo: “¡A esa nunca la había escuchado!… Íbamos a caballo o caminando a llevarles eso, pero en general caminando, porque el tema con el caballo es que vos subías o te ayudaban a subir y después allá te podías bajar, pero te tenían que ayudar a subir de nuevo porque no había apero o no te lo ponían. Y yo ya con 12 años, que manejaba el tractor, a veces le dejaba la merienda a papi y daba una o dos vueltas manejando. Una vez él se fue al pueblo y me dijo: “Terminá vos”, estábamos con el arado a reja y yo sabía que había una palanquita que se ponía atrás que era para borrar el último surco, y eso quedó así, así que ese pedacito que hice siempre fui borrando el surco”.
Nelso: “Yo el primer tractor que manejé me parece que fue uno de esos Deutz chiquitos, y nos peleábamos con los primos para usarlo, después con el tiempo ya no nos pelábamos más… en ese momento ya se hacían los silos subterráneos, y una vez me largaron con un arado solo a la chacra. “Andá a marcar la melga”, me dijeron, y yo fui pero no tenía idea que tenía que estar la bandera del otro lado, yo bajé el arado y iba mirando para atrás para ver si iba más o menos derecho. Tenía 12 años. Al primer tractor ellos lo compraron en el ’55 más o menos”.
La agricultura el siglo pasado
Nelso: “En esa época en agricultura se hacía trigo, algunos hacían lino, maíz muy poquito o casi nada, sorgo sí. En aquel momento se aprendió mucho del manejo del sorgo… El maíz no había la genética que hay hoy, el que sembraba un lotecito, decíamos que había que cuidarlo con la escopeta porque te lo robaba para comer choclos. Y se guardaba la semilla de un año al otro entonces se iba degenerando”.
Rubén: “En casa se había sembrado un par de veces maíz, que lo habían juntado a mano porque no había cosechadoras. Se había sembrado un lotecito y lo juntaron unos santiagueños a mano y después se lo molíamos para las vacas, con espiga y todo, eso me acuerdo, el primer maíz...”.
Marilyn: “Alfalfa había muy poco porque era una cosa muy cara, y después cuando ya se empezó a incorporar el que hacía fardos era un lujo, o se hacía la parva, mi abuelo la hacía”.
Nelso: “A mí hacer la parva me tocó también, a caballo, con la máquina, se volteaba con una guadañadora”.
Marilyn: “A las vacas se les daba sorgo, sudán…”
Nelso: “Mi papá contaba que al principio las vacas comían gramilla, la gramilla dulce, esa era el alfa que había, sembraban algo de verdeo en invierno, pero en verano era gramilla, y decían que era una leche muy gorda”.
La cosecha el siglo pasado:
Nelso: “El sorgo, el trigo, se embolsaban en bolsas que cosíamos a mano”.
Marilyn: “Mi suegra solía decir “uno, dos, tres, oreja otra vez”, era lo que repetían cuando iban cosiendo la bolsa para cerrarla…”.
Nelso: “Claro, primero era “Oreja, uno, dos, tres, oreja otra vez”. Uno, dos, tres eran las tres puntadas que se le hacían entre las dos puntas de la bolsa, que eran las “orejas”, que se le decía”.
Marilyn: “Pero eran tres puntadas cuando la semilla era un poco gruesa, cuando era más fina le tenían que hacer más que tres puntadas. La bolsa se agarraba de esas orejas, y también se alzaba de la parte de abajo para cargarla al hombro y llevarla a la acopladito o la chata. Era entre dos ese trabajo…”.
Nelso: “Las bolsas se cosían arriba de la cosechadora, y la cosechadora tenía una bandeja que podías depositar 4 o 5 bolsas y de ahí arriba, cuando esa bandeja estaba completa le pegabas una patada a una palanquita, se bajaba y descargaba esas 4 o 5 bolsas en el suelo, y se trataba de que a la vuelta siguiente si estaba en la misma línea que cayera juntas para que fuera más fácil para juntarlas”.
Marilyn: “Eran bolsas de 50 kg, se agarraban entre dos, la de avena pesaba más… Las de trigo eran de 60 kg”.
Nelso: “El sorgo, me acuerdo, cuando se lo cosechaba, se cortaba al metro de altura, entonces las cañas que quedaban tenían un metro y las bolsas no se veían, y después había que encontrarlas… Las bolsas iban quedando en el potrero, si se venía una tormenta había que parar la trilla rápido para juntar las bolsas. En el trigo, que quedaba más cortito las encontrabas, pero en el sorgo a veces no las encontrabas a todas. Uno agarraba la bolsa de las orejas y el otro del culo de la bolsa se decía. Se levantaban y se apoyaban en el hombro y las cargaban en el acoplado, o antes cuando era chico en las chatas tiradas a caballo.
Las bolsas se guardaban en los galpones, y la venta era si tenías apuro o no, algunas veces si había mucho rinde y el galpón se llenaba nos tocó apilar afuera en el patio. Después venían los camiones y había que cargarlas al camión, después ya se les cortaba el hilo y quedaba a granel la semilla arriba del camión, y guardábamos las bolsas para la siguiente cosecha. A mí me pusieron una vez arriba del camión a cortar el hilo, había hecho un desastre con las bolsas, en el apuro…”.
El pasado y el presente
Marilyn: “Cuando papi dejó el tambo ya se dedicó a la agricultura”.
Nelso: “Y ahí progresó mucho…”
Rosana: “¿Te acordás? Siempre fue aquella zona la que empezó con la soja, Tránsito… ¿Acá cuántos años después se sembró la soja…?”, pregunta Rosana Contigiani, productora agropecuaria y esposa de Rubén, que también participa de la conversación.
Rubén: “En el 94, 95, 96 íbamos a trillarle una soja a Noya en Tránsito, que allá ya sembraban bastante. Y acá, ya sembrábamos y cosechábamos maíz cuando yo estaba terminando el secundario, en el 85, 86… ahí ya sembrábamos maíces Pioneer, me acuerdo que eran Pioneer los primeros, y lo trillábamos con la cosechadora Magnano, que le habíamos adaptado el maicero”.
Nelso: “Acá habían venido unos a Tordilla Norte, que decían que acá no venía la soja porque no sabía trabajar la gente. Unos después se escaparon de noche sin pagar el alquiler porque les había ido mal…”.
Rubén: “Sí, al campo de Braschi, eran de provincia de Santa Fe, fue en el 81, 82”.
Nelso: “Y ahí cuando a esa gente le fue mal, medio que la soja se reculó un poco, pero después agarró chispa”.
Expoagro: ¿Sienten que todo eso que recuerdan fue hace mucho?
La respuesta es un sí unánime.
Expoagro: ¿Y sienten que pasó muy rápido?
Nelso: “Muy rápido, y hoy parece que pasa más rápido todavía”.
Marilyn: “Hoy todo es distinto, estás metido en un montón de cosas. Antes era más sencillo…”.
Marilyn: “Ahora hay mucha tecnología, a mí me gusta”.
Nelso: “Hoy no hay más trabajo tan pesado…”.
Rubén: “Eran tantas horas arriba del tractor, cuando había tambo y novillos, para trabajar la tierra había que arar, estar horas y horas arriba del tractor para mover la tierra, cuando sembrábamos el sorgo había que arar dos o tres veces, pasar la rastra, muy muchas horas de trabajo”.
Rosana: “El hombre estaba todo el día trabajando, y por eso se le llevaba la comida, el mate cocido. Ahora el proceso es más rápido”.
Marilyn: “Aparte como en el caso nuestro, uno ahora contrata todo, están los servicios… Antes cada familia lo hacía… La siembra directa cambió todo, porque antes había que arar, rastrillar, rolar, después recién sembrar”.
Nelso: “Nosotros fuimos los primeros en aceptar el uso del maíz RR, (es el maíz transgénico resistente al herbicida glifosato), hace 40 años… El maíz RR que empezó a llegar a la zona lo traían de Tucumán. A ese maíz lo sembramos dos o tres años porque era una planta enorme, después era cada vez más chico y compramos la semilla de nuevo… Pero al principio la mayoría no quería porque después “qué íbamos a hacer con el maíz guacho”. Era incorporar la tecnología, algo que a todos nos ha dado un poco de miedo empezar… a la siembra directa también la incorporamos bastante rápido…”.
Expoagro: ¿Qué es lo que no cambió?
Marilyn: “Que los animales comen todos los días”.
Nelso: “Los feriados también…”
Marilyn: “Cuando teníamos el tambo él (Nelso) decía: “Siempre que se va a romper algo, es un sábado o un domingo”.
Nelso: “Hay que estarle encima para que funcione, como todo. En los márgenes de ganancia, en esta zona, yo siempre digo que como el tambo no hay. Pero es una vida sacrificada…”
Marilyn: “Lo dejamos hace 8 años. Yo estaba resistente a dejar el tambo porque todos los meses tenías algo fijo… ahora lo tenemos, tenemos el feedlot, pero tenés que estás detrás de eso, porque vendes los animales, a unos de contado, otros a 15 días, el otro a 20, el otro no te pagó se demoró, pero vos tenés que pagar la invernada que compraste… es una telaraña. Con el tambo vos sabías que ibas a la cooperativa a buscar el cheque una vez al mes. Ahora no es difícil, pero tenés que estar pendiente”.
Nelso: “Siempre hubo hacienda de engorde en casa, los terneros del tambo o se compraba algo en invierno. Cuando se decidió vender el tambo, ya habíamos estado comprando invernada para que el cambio no sea tan de golpe… Al feedlot lo camino todos los días, no usamos caballos ni látigo. Hay un perro pero le tiene miedo al boyero así que se queda afuera del corral. Hacemos la parte agrícola para los animales…”
Marilyn: “En 4 has están los animales y son 6 has en total con lo que ocupan los silos”.
Nelso: “Tenemos alfalfa, el maíz va todo ahí y hace tres años que se siembra para que sobre y no alcanza. Este año hemos comprado sorgo de nuevo, maíz, pero menos cantidad, sembraremos más soja. No sé qué vamos a hacer con la chicharrita…”.
Marilyn: “Porque el animal igual necesita los nutrientes”.
El animal necesita los nutrientes haya o no haya chicharrita. Los cultivos necesitan que llueva y después, que deje de llover. Los productores necesitan de la tierra. Argentina necesita a los productores y su trabajo.
El pasado trabajado sobrevive en las nuevas generaciones que siguen poblando y trabajando los campos, adaptándose, aprendiendo y recordando. Para que la historia y el esfuerzo que implicó construir las bases no se pierda, ni se olvide.
Por Natalí Ruatta Contigiani
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