Gustavo Kegalj, lombricultor: “Vendo vida para mejorar el suelo”
Gustavo Kegalj nos recibió en “La Clementina”, establecimiento ubicado al margen de la Ruta Provincial 14, donde lleva adelante su emprendimiento de “Lombricompuesto – mejorador de suelos producido en Venado Tuerto”.
“Hace casi diez años que lo estoy desarrollando y un poco más de tres años y medio que empecé a comercializar”, comentó contagiando entusiasmo, mientras desnudaba ‘las cunas’ donde las lombrices hacen de las suyas confirmando el poder de la naturaleza.
La ubicación es estratégica, cercana a importantes cabañas de donde acarrea materia orgánica: estiércol ovino que ya está dosificado con alfalfa, propio de la dieta de las ovejas. Mientras avanza el proceso, que incluye remoción y riego, controlando mesófila y termófila (temperaturas), agrega restos de frutas, verduras, maíz y otros productos enriquecedores.
“Después se hace el proceso de volteado, dos o tres veces, hasta que se logra estabilizar y se lleva a la cuna, que es donde se desarrolla la lombriz roja californiana. Es la mejor”, asegura. «Es un proceso natural, comen y excretan, comen le van pasando enzimas, hasta llegar a que la materia orgánica se degrade más y después lo excreta superficialmente; se reproduce cada siete días y el proceso es continuo”, agrega.
“En las cunas se observa que en el centro va quedando el producto más limpio (humus), la lombriz hizo todo el proceso dejó el material en óptimas condiciones y va yéndose para los costados, ya ahí me da un indicio que ya está terminado, o sea, me da el indicio que ya tengo que volver a alimentar”, describe Kegalj.
Definiciones
Gustavo Kegalj es muy celoso del proceso y lo sigue personalmente sin descuidar el más mínimo detalle. Una vez que comprueba el estado óptimo en la cuna, lo traslada a un galpón donde se hace el secado, luego lo somete a una zaranda seleccionadora, hasta finalizar en el embolsado.
“La lombricultura en el ecosistema de las huertas es muy importante, porque a través de la lombriz roja californiana logramos transformar los desechos orgánicos en humus, considerado el mejor abono orgánico del planeta, pues el lombricompost aumenta la cantidad de nutrientes y ayuda a captar y mantener más agua para las plantas”, sostiene.
Cortés y firme, Kegalj se planta cuando oye que a su producto lo identifican como tierra. “La composta es una sustancia parecida a la tierra, que resulta de un proceso controlado de degradación aeróbica de materia orgánica y sirve para acondicionar del suelo. El humus es el término usado para describir el material removido que se transforma de forma pasiva bajo tierra de sistemas como la fosa alterna, la cuna”.
De la tierra a la tierra
Las bolsas del lombricompuesto, de tres y ocho kilos aproximadamente, poco a poco van ganando espacio en comercios de la región. Una frase describe el proceso natural: “Lo que sale de la tierra vuelve a la tierra” y, además, exhibe la composición: humedad, Ph, Nitrógeno, Fósforo, Calcio, Potasio, Magnesio, y más, así como la carga bacteriana. Desde el inicio del proceso productivo hasta el embolsado transcurren entre siete y ocho meses.
Apasionado como pocos, Gustavo Kegalj recibe a alumnos de escuelas cercanas para explicarles qué hace y cómo lo hace. Da gusto verlo en ese rol.
“Yo tengo muy metido el tema del ambiente, por ahí me cuesta mucho. En esto tenés que estar ‘muy empapado’ en hacerlo bien. Por eso es que, no sé, esto me lleva… Yo creo que me conduce a un buen camino porque estoy, básicamente, vendiendo vida. Hay microorganismos que van a seguir actuando en la superficie de cualquier suelo”, expresa.
Esfuerzo y fruto
Llevado al plano del negocio como tal, Kegalj es agradecido y asegura que “se vive, aunque hay que hacer malabares, pero uno tiene la satisfacción de hacer lo que le gusta. Me costó un montón, no sé cómo cayó la lombricultura en mí, pero como todo emprendedor tiene sus altibajos, yo eso lo tuve que ver psicológicamente y metérmelo bien en la cabeza y recordármelo cada tanto un poco, una de las ventajas es que sigo siempre hacia la meta que me puse, y se está viendo el resultado porque me estoy expandiendo, entonces quiere decir que pese a todo se hace un buen trabajo”.
“Yo trabajaba en un vivero; quería saber lo que tenía y me junté con mi familia e hicimos un análisis. Quería darme la oportunidad, conté con el apoyo de ellos y emprendí en lombricultura a prueba y error”, desanda con legítimo orgullo.
Finalmente, Gustavo Kegalj anima e invita a quienes deseen emprender en este rubro y se manifiesta abierto a todas las inquietudes que quieran hacerle llegar. En Instagram lo encuentran como “lombricultura venadense”.
Por Alejandro Rafael Guerrero
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