Huerta Los Serenos, el emprendimiento familiar agroecológico que eligen los marplatenses

Huerta Los Serenos, el emprendimiento familiar agroecológico que eligen los marplatenses

Históricamente Mar del Plata fue reconocida por su oferta turística y gastronómica, pero -gracias a su clima- también es tierra fértil para la agricultura. Huerta Los Serenos fue creciendo y modificándose en los últimos años y hoy se posiciona como el emprendimiento agroecológico que prefieren en la ciudad.

Martín y Sol, con la compañía de la pequeña Kali, son los responsables de llevar a la mesa de los marplatenses verduras agroecológicas desde hace 13 años. ¿Cómo se conformó Huerta Los Serenos? ¿Cómo trabajan? ¿Cuáles son los desafíos que enfrentan? En esta nota, el ingeniero agrónomo Martín Biocca nos cuenta todo.

Expoagro (E): Venís de familia de campo ¿A qué se dedicaban?

Martín (M): Mi padre se dedicaba a la ganadería, con mi abuelo tenían una cabaña de Aberdeen Angus negro, en los ’80 trasladaron el establecimiento desde Bahía Blanca hacia Mar del Plata. Yo vivo en el campo desde los 10 años, desde siempre estuve conectado con el mundo del agro y cuando terminé la escuela decidí ir a estudiar a la Facultad de Ciencias Agrarias Balcarce, que pertenece a la Universidad Nacional de Mar del Plata.

E: ¿Cuántas hectáreas tiene el campo en el que está Huerta Los Serenos?

M: El campo queda a 15 kilómetros de Mar del Plata, cerca de Las Canteras, que vendría a ser el periurbano marplatense; estamos dentro de lo que también es el cinturón hortícola marplatense. El campo tiene 145 hectáreas, pero tiene una gran parte forestada, por lo tanto cultivamos 80 hectáreas.

Esas 80 hectáreas las alquilamos a la familia de mi padre, que son los dueños del campo. Alquilamos y utilizamos la tierra, todas las instalaciones, los tractores y demás. Lo que nos permite llevar adelante este emprendimiento agroecológico es que el alquiler que pagamos es relativamente inferior a lo que se cobra en la zona, ya que es un valor acorde a las producciones que realizamos.

E: ¿Cómo fueron los primeros pasos una vez que te recibiste? 

M: Mis primeros pasos en la profesión los di antes de recibirme. Mientras estudiaba empecé a producir cultivos agrícolas de manera convencional con un compañero de la facultad y con la familia. También hice algo de horticultura, cosa que aprendí porque mi padre dejó la ganadería en los ’90 y comenzó a hacer cultivos hortícolas, como espárragos y producciones en invernaderos. Ahí aprendí a trabajar todo lo que es hortalizas y a hacer cultivos agrícolas. Y cuando me recibí, comencé a asesorar a algunos productores paperos y de cereales oleaginosas de la zona.

También mis primeros pasos estuvieron relacionados a la producción de kiwi y hace 13 años comencé con el emprendimiento actual de producción agroecológica que, en un principio, fue en otro campo hasta que lo mudamos al campo de la familia. Empezó siendo un emprendimiento muy pequeño -de media hectárea-, al año siguiente fueron una, dos hectáreas, al otro año sumamos tres, cuatro, y así sucesivamente, por varios años crecimos muy de a poquito. Alquilaba distintas parcelas, hasta que hace alrededor de tres años sembramos la totalidad de las 80 hectáreas de manera agroecológica. 

E: ¿Cómo fue desarrollar este emprendimiento? 

M: Cuando empezamos, como te comentaba, estábamos en otro predio cercano a la ciudad, y en ese momento había una ordenanza municipal que indicaba que no se podía aplicar agroquímicos cerca de las zonas pobladas. Por lo tanto, ahí decidimos probar con la agroecología. Los clientes nos mencionaban que tenía otro sabor, que les encantaba lo que le estábamos llevando, y eso también nos motivó, porque vimos que se podía, que se producía y que podíamos tener un potencial mercado interesante. Funcionaba, la gente lo demandaba y lo apreciaba mucho.

Luego, en la pandemia hicimos una página web, comenzamos a comercializar fruta agroecológica y productos de almacén orgánicos haciendo repartos a domicilio. Y ya terminando la pandemia, sumamos la venta de manera mayorista a clientes de Buenos Aires, de otros puntos del país y también de Mar del Plata, pero luego, por una cuestión de equipo de trabajo y porque se agrandó la familia, decidimos seguir solamente con el modo mayorista.

E: ¿Cuál fue la decisión más difícil que tuvieron que tomar?

M: Esa, probablemente. Nos costó bastante, pero familiarmente necesitábamos frenar un poquito. Así que seguimos, pero vendiendo mayorista papas de distintos colores, tamaños y variedades, zapallos y brócolis; cultivos específicos que hacíamos para algunos clientes.

E: ¿Cuántas horas lleva este trabajo?

M: Las horas que se trabaja por día es muy relativo en esta actividad. Hay días que son muy largos y se trabajan 12 horas en verano, cuando hay trabajos que hacer, cuando se aproximan tormentas o hay siembras que terminar. Y otros días prácticamente no se trabaja, por ejemplo cuando está muy feo o cuando hay temporales. Es muy relativo. Aunque cuando está feo, aprovechamos a trabajar bajo los invernaderos, que te permite la posibilidad de trabajar aunque esté lloviendo.

E: ¿Qué implica que lo que producís sea agroecológico? ¿En qué se diferencia de la agricultura tradicional? 

M: Es una forma más natural, por así decirlo, menos forzada de producción, en la cual no hay uso de fertilizantes ni agroquímicos sintéticos, excepto aquellos permitidos en producciones orgánicas, que son muy pocos. Básicamente la diferencia es que requiere una mayor mano de obra, principalmente para el control de yuyos y de hierbas espontáneas. También implica un cuidado especial en algunas labores como trabajos con tractores y manuales. Y también hay que aceptar que hay cultivos que a veces tienen determinado aspecto o calidad, que a la vista por ahí son diferentes, pero los clientes también lo valoran y lo aceptan, como por ejemplo, una papa con agujeritos.

E: ¿El clima marítimo de Mar del Plata favorece la producción? Además cuenta con un Cinturón Hortícola que abarca una superficie de 25 km. de ancho alrededor de la ciudad.

M: El clima de Mar del Plata colabora mucho, es una zona de mucha humedad, hay una época del año que prácticamente no se necesitan riegos. Es una zona de tierra muy fértil, justamente por esta humedad y por el frío. La cercanía al mar ayuda mucho a que no haya heladas muy potentes, como sucede más al centro del país, eso también nos beneficia muchísimo. Y el hecho de estar dentro del Cinturón Hortícola facilita todo lo que es logística, cargas y descargas de camiones.

E: ¿Cuál es la producción anual del emprendimiento?

M: Hace algunos años que estamos estabilizados. Dentro de esas 80 hectáreas podría decirte que el 90% de la producción es agrícola y también un poco ganadero, porque a veces hay animales pastoreando pasturas. Producimos forrajeras, semillas de trébol rojo, de raigrás, de avena, a veces cultivamos trigo y estamos cultivando también maíces colorados. En muchos casos un porcentaje alto de la producción es con semilla propia, y la parte hortícola, deshidratada. De esas 80, un 10% son unas 5 o 6 hectáreas de papa, algunos años más, de la cual podemos sacar entre 3.000, 4.000, 6.000 bolsas de papa por año. De zapallo cultivamos una hectárea o dos, a veces tres por año, y luego, de huerta variada suele haber una hectárea más, es decir, un 10% de la producción. De la baja cubierta tenemos 2.000 metros cuadrados aproximadamente. Es muy difícil estimar la cantidad de la producción hortícola.

E: Trabajar el campo implica mucho esfuerzo físico y ustedes hacen todo… 

M: Sí, el trabajo del campo implica mucho esfuerzo físico, en especial la horticultura, que se hacen muchos trabajos a mano. En nuestro país no hay muchas cosechadoras hortícolas, así que es todo manual e implica una regularidad y una cantidad de mano de obra importante. Actualmente trabajamos en el campo con mi padre y con un empleado que va todos los días, y a veces, para ciertas cosechas específicas como la papa, van dos o tres personas más. Después, del área comercial, administrativa y comunicación, se ocupa Sol. Y de vez en cuando, hacemos algún que otro reparto a domicilio en Mar del Plata, para volver a tener algo de clientes minoristas y volver a lo que éramos. Siempre está la posibilidad de volver a eso. Dejamos las puertas abiertas. 

En Huerta Los Serenos, además de sembrar, cosechar y trabajar la tierra, Martín y Sol crean comunidad con los vecinos de la zona y con los clientes que eligen sus alimentos desde distintos puntos del país para también comercializarlos. Esta comunidad se fortalece además con las visitas guiadas que ofrecen a instituciones educativas de Mar del Plata y alrededores para que conozcan el campo y cómo trabajan.

Con sello marplatense y aire de mar, este equipo se levanta todos los días muy temprano para salir al campo sabiendo que es una industria a cielo abierto y que tienen que estar preparados para lo que sea. Adaptarse y evolucionar fue lo que los hizo estar donde están y lo que muy posiblemente, los sostenga durante mucho tiempo más.

Por Antonela Schiantarelli

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