“Nunca tuve miedo de hacerme cargo del campo”

“Nunca tuve miedo de hacerme cargo del campo”

Rosa Romero, «Rosita» como le dicen todos, no solo es la encargada de la ganadería y un pilar importante en establecimiento La Ceverina, sino un ejemplo de cómo las tareas del campo también son cosas de mujeres. 

En Las Masitas Oeste, localidad de Las Arrias al centro de la provincia de Córdoba, a Rosa Romero todos la conocen como «la Rosita». Es que no solo nació allí hace 57 años, sino que desde 2006 trabaja como encargada ganadera en La Ceverina, el campo de la familia Lauret, que está ubicado justo al lado de la casa donde vivió gran parte de su vida.

Desde chica, junto a sus hermanas, se encargaba de la limpieza y de preparar la comida en la casa mientras sus padres trabajan con la hacienda. Pero su sueño siempre fue dedicarse a los animales. Y de a poco lo fue cumpliendo. Lo que no sabía es que se haría realidad en el mismo monte donde, años atrás, estaba su escuela rural Las Masitas y de la que hoy solo queda una pared en pie que Mauro Lauret decidió conservar como testigo de aquellos tiempos.

Poco a poco ese terreno que su padre, Marcos Lauret, compró en 1998 como una oportunidad de negocios sin saber nada de campo porque su profesión era ingeniero mecánico, se fue desmalezando y comenzó a trabajarse con ganadería para más tarde agregar algo de agricultura. Como vecina, Rosita fue viendo todos los cambios y empezó a ocuparse del cuidado de la casa y de las plantas durante el tiempo que sus dueños se ausentaban del lugar. Luego sumó otras tareas como pintar las tranqueras, y cuando algunas de las personas que trabajan en el campo faltaban o se iban de vacaciones, era ella quien -sin dudarlo- tomaba su lugar para ayudar con lo que hiciera falta. “Así fueron viendo cómo trabajaba y cuando se fue la persona encargada de la ganadería me ofrecieron si me quería hacer cargo” recuerda y, por supuesto, dijo que sí. “Nunca tuve miedo de hacerme cargo del campo. Siempre me sentí capacitada desde el primer momento. Soy feliz con mi trabajo”, expresa.

Rosita junto a Mauro Lauret

Rosita junto a Mauro Lauret

Todo el manejo que hoy tiene de las actividades, lo fue aprendiendo de observar y preguntar. “Siempre que venía el veterinario le consultaba sobre los medicamentos, sobre cómo darme cuenta del estado de salud de los animales”, dice y así, al poco tiempo, ya estaba vacunando, enlazando, caravaneando o ayudando a parir a las madres, entre otras tareas que sigue realizando como cambiar los alambrados o limpiar las aguadas. “No por ser mujer no se puede hacer algo, sí se puede. Teniendo ganas se pueden hacer muchas cosas. Hay trabajos que son de hombre y yo hasta el día de hoy los sigo haciendo y me siento feliz por eso”.

Con orgullo, Mauro Lauret, quien desde que se recibió de Ingeniero Agrónomo está al frente de La Ceverina, asiente con cada palabra que escucha y asegura: “A Rosa nunca le faltaron esas ganas de aprender ni el compromiso. Se ganó el lugar que tiene hoy. Nadie se lo regaló”. Su reconocimiento es tan grande que en el día de la Mujer compartió en su cuenta de Instagram un video destacando el trabajo de Rosita con un mensaje superador: “Todos podemos hacer de todo, lo único que nos hace falta son ganas de trabajar, sin estereotipos”.

Trabajo en equipo

Con la incorporación de Mauro, se sumó la producción de cerdos. “La diversidad de cosas que pasan y la calidad de cómo hacemos todo, da mucha satisfacción”, asegura al mismo tiempo que afirma que el secreto no está solo en la infraestructura o las maquinarias sino, principalmente, en la calidad humana de quienes trabajan. “Las relaciones se construyen todos los días. Acá estamos todo el tiempo preguntándole a ellos qué necesitan, y ellos diciéndome lo que les hace falta o dándome una mano en lo que sea”. Para Mauro la clave está en “no hablar de patrón y empleado sino de equipo de trabajo. Estamos en diferentes puestos porque es necesario que cada uno ocupe su lugar, pero yendo hacia un objetivo en común. Para eso necesitamos que la relación fluya y sea amena. Por eso la construimos de ambas partes”.

Así lo vive también Rosita quien, a lo largo de la entrevista, no duda en repetir en varias oportunidades que tieneun patrón de excelencia, es muy compañero con todos nosotros, es un orgullo muy grande trabajar con él”. Esta relación le permite “trabajar con muchas ganas, tranquila y con la facilidad de poder hacer todo lo que quiero, me siento cómoda”, expresa.

Misión cumplida

Cuando se le pregunta a Rosita qué le queda por cumplir, la respuesta es simple: “Creo que ya tengo todo casi cumplido”. Agradecida por todo lo que le dio La Ceverina, donde se siente en familia no solo porque allí también trabajan su hijo, un hermano y un sobrino, sino por el trato amable que recibe de la familia Lauret, recuerda que con su trabajo pudo hacer que su hijo termine el secundario, tenga su viaje de estudios a Brasil y realice el curso de policía. Pero lo que más felicidad le da es haberle podido construirle la casa en la que vive junto a su nieto. 

Además, ahora está terminando su propia casa, a la que el día de mañana quiere poder irse en sus vacaciones, “levantarme a la hora que quiera y poder estar tranquila disfrutando mi hogar”. En La Ceverina “cada vez que un trabajador tiene un logro personal, lo sentimos como propio, estamos felices que puedan cumplir sus metas”, dice Mauro. 

Rosita asegura que cada día sigue aprendiendo: “Soy muy exigente conmigo misma en tratar de hacer todo lo que quiero hacer. No me fijo en si hago horas de más, me encanta poder cumplir con el trabajo, que el campo esté siempre bien”. Por eso celebra cuando recibe alguna felicitación. “Hay gente que me conoce desde que limpiaba la casa y cuando vienen dicen: ¿todavía está la Rosita? Y yo les digo, ¡si, todavía estoy!”.

Por Paola Papaleo

En caso de replicar este contenido en su totalidad o parcialmente, por favor citar como fuente a www.expoagro.com.ar en el primer párrafo y al final de la nota.

Compartir