Lo que pasa en el campo

25/02/23

Las consecuencias de la sequía desde ambos lados de la tranquera

Por su extensión y diversidad, la provincia de Santa Fe ofrece escenarios variables derivados de la crisis climática.

La mensura de la sequía que, a pesar de las lluvias de los primeros días de febrero, aún azuela en buena parte de la Argentina productiva, sigue arrojando datos preocupantes conforme se amplía la mirada más allá de los cultivos tradicionales. En el norte de la provincia de Santa Fe hablan de una crisis humanitaria, mientras que en el sur hay pueblos que afrontan una notable caída en su actividad económica. 

“Esto es una crisis humanitaria”

Lo que pasó, pasó. Los animales murieron, las cosechas fracasaron, las reservas se agotaron, los suelos se deterioraron ¿y ahora? La lluvia, cuando llegue, no será mágica. 

“Va a ser un año muy complicado. Lo peor está por venir. No veo que se tome dimensión del impacto que este desastre productivo va a volcar sobre el resto de las economías, los otros sectores. El agro es un primer engranaje de una compleja maquinaria que hace mover otros segmentos, como la agroindustria, por ejemplo”, advirtió Augusto Gastaldo, al frente de una producción mixta (ganadería y agricultura) y presidente de la Sociedad Rural de Reconquista, en el norte de la provincia de Santa Fe. 

“Esto es una crisis humanitaria. No es un problema solamente productivo, es social. Hay una realidad estructural que no se ve y complica mucho más la situación, con caminos, puentes y banquinas que no han sido mantenidos y están muy deteriorados. Es un paisaje muy triste, desolador, el productor está abatido, cansado, desanimado. Porque también lo sufre en la casa, con la familia. No es una cosa que sucede en el campo, en los animales y nada más. En la casa no hay agua apta para tomar y depende de quien se la lleve”, describe crudamente.

Gastaldo pone el acento en los productores que no son dueños de sus campos, son casi el 80% en esa zona del país. “Cuando esta situación cambie, ese productor no va a poder comprar un rodeo de vacas nuevas y vuelve a trabajar. No es así. Ese productor chico queda afuera, y tiene que emigrar a la ciudad, vivir de changas en el mejor de los casos, o, como vemos muchas veces, poblar las ‘villas miseria’ de las grandes ciudades. No es nuevo, el éxodo rural tiene más de sesenta años en nuestro país, y con estas crisis es cuando se profundiza”, lamenta.

De inundación a siete meses sin agua

En Villa Cañás, sur de la misma provincia, el médico veterinario e intendente Norberto “Tito” Gizzi, define como “lamentable y triste lo que está sucediendo, con notables perjuicios en los cultivos y en las lagunas. Estuvimos más de siete meses en los que, literalmente, no llovió y afectó a la cuenca ‘Las Encadenadas’ que incluye a varias lagunas de la región” (Maggiolo, San Eduardo, Murphy, Venado Tuerto, María Teresa, Santa Isabel y otros distritos). 

Gizzi cita las variaciones de los últimos años, con graves inundaciones en 2001, 2013 y 2015, y llega a esta sequía extrema. “Ha sido tan severa que todavía hay bajos muy secos, donde no se ve ni un hilito de agua. La laguna local, concesionada como balneario, ha bajado hasta tener apenas 30 centímetros, agravado con una tremenda mortandad de peces. Triste y desolador”, resumió. 

“Comercialmente también ha sido complicado, porque todo lo relacionado con insumos agropecuarios, transporte, las pequeñas agroindustrias y el comercio en general mermaron notablemente su movimiento, e igualmente el trabajo temporario que siempre genera el campo y su cadena, cayó de manera considerable”, mensuró Gizzi. 

Sembrar como se pueda 

El ingeniero agrónomo Juan Eduardo Fenochi, asesor en la Cooperativa Agropecuaria Santa Isabel, contó que “se arrancó en etapa crítica de siembra, porque se implantaba en la medida que estábamos con algo de humedad. El maíz de septiembre no se pudo hacer, se pasó a fines de octubre y primeros días de noviembre, las lluvias fueron escasas, todo fue muy desparejo y el llenado de granos es pobre. También la soja se retrasó en la siembra y la que se pudo hacer en fecha temprana sufrió las consecuencias de ‘arañuela’ y ‘cortadoras’. La soja de segunda agarró la peor parte del verano, con altas temperaturas y hubo mucha muerte de plantas”, completó. 

Calor, frío, calor: “estamos en el Titanic” 

“Recorrí una amplia zona y es asombroso cómo afectó la ola de calor a los cultivos, y como si fuera poco pasamos, en tres días, de 40 grados a 3 grados, que ya es helada agronómica”, dijo el ingeniero agrónomo Mariano Rybay, tras verificar las condiciones en varios campos del sur santafesino. 

“Los cultivos sufren demasiado. Venimos de siembra tardía por falta de humedad, y el maíz que se sembró temprano está destrozado. El intermedio estaría un poco en mejor condición, pero en general ‘estamos en el Titanic’. Esperemos que Dios nos ayude con algo de lluvia y tratar de lograr un empate, no es fácil”, completó.  

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