Lo que pasa en el campo
27/10/23
Napaleofú, el pueblo bonaerense que no tiene límites
Situado en la encrucijada de tres partidos bonaerenses, este singular paraje encanta con su espiritualidad, historia y comunidad unida, reflejo de una vida simple y auténtica.
La localidad de Napaleofú está situada en el sudeste de la provincia de Buenos Aires y posee una característica particular con respecto a sus límites ya que depende geográficamente de tres partidos: Tandil, del que la separan 50 kilómetros; Balcarce equidistante a 62 kilómetros y de Lobería, a una distancia de 63 kilómetros.
El nacimiento de Napaleofú, producido el 16 de diciembre de 1914, tuvo que ver con la llegada del tren, al igual que otros tantos pueblos fueron surgiendo hace un siglo o más. Marca la historia esa fecha porque fue inaugurada la estación del Ferrocarril del Sud, que más adelante sería General Roca. Se ha apuntado que trabajadores de ese servicio de transporte fueron radicándose en tierras aledañas y que un avance ocurrió cinco años más adelante cuando los pobladores contaron con estafeta propia.
En Napaleofú, o «Arroyo barroso», en la traducción de la voz aborigen originaria, cada rincón tiene su propia leyenda, donde la cotidianidad está impregnada de un encanto especial y la comunidad florece en armonía con la naturaleza. La belleza de una ermita en la entrada del pueblo combina la espiritualidad con la simplicidad arquitectónica, la conexión con la naturaleza y la importancia cultural en la comunidad local. Es un lugar que invita a la contemplación y a apreciar su forma más pura. Sus habitantes son militantes acérrimos de su pago chico. Todos van al club Defensores, ya que ahí se hacen la mayoría de los bailes y las fiestas.
La secretaria de la Delegación, Karina Pio, nos cuenta: «La zona urbana de la comarca cuenta con 430 habitantes, pero tiene una amplia zona de chacras. Es una zona agrícola-ganadera. Se cosecha: trigo, maíz, girasol, cebada, soja, lino, papa, miel y se crían animales vacunos, porcinos y ovinos».
El ritmo de vida es una danza armónica con el entorno. La comunidad en este pueblo es más que un simple grupo de personas; es una familia extendida. Los vecinos se cuidan mutuamente y se reúnen para compartir fiestas y festivales en donde la magia se despliega, y se llena el aire de alegría.
Al respecto, Pio relata que “desde hace algo más de 30 años, en el mes de octubre, se realiza un encuentro de Peñas folclóricas, donde confluyen grupos de toda la Provincia de Buenos Aires».
Y agrega: «El 16 de diciembre se festeja el Aniversario del Pueblo, y se elige el domingo siguiente para realizar un festejo en la plaza de la comunidad».
Napaleofú se destaca como un refugio de serenidad y autenticidad. Su rica historia, su estilo de vida tradicional y su impresionante entorno natural lo convierten en un lugar especial que merece ser preservado y apreciado.
Para aquellos que buscan un escape de las demandas de la vida moderna, este pueblo es un recordatorio de la belleza de la sencillez y la conexión con la naturaleza. Su tamaño y ubicación estratégica lo convierten en un lugar único que combina la tranquilidad de la vida rural con la cercanía a la comodidad de las ciudades vecinas.
Por Sergio Romano.
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