A pocos pasos de la jubilación formal, Lisandro Zabala encontró una nueva pasión: los drones agrícolas. Con el apoyo de su familia y una curiosidad insaciable, está aprendiendo a usar esta tecnología que promete revolucionar el agro. Una historia de reinvención, innovación y aprendizaje sin edad.
A los 64 años, Lisandro Zabala podría estar pensando en colgar el uniforme y disfrutar de un retiro tranquilo después de dos décadas de trabajar en una empresa de productos de limpieza radicada de la zona de Junín. Sin embargo, este apasionado por la maquinaria agrícola que todos los marzos se convierte en operario y se sube a la cosechadora decidió iniciar una nueva aventura tecnológica: incursionar en el mundo de los drones pulverizadores. “Fue amor a primera vista”, confiesa, recordando cómo, en una visita a AgroActiva, descubrió por primera vez estos equipos que están transformando las formas de trabajar la tierra. “Estamos paseando con unos amigos y vi un dron agrícola en acción. Quedé fascinado. Enseguida empecé a investigar y vi cómo en otros países, como Colombia y México, ya los están utilizando muchísimo”, relata Zabala, con la energía de alguien que encuentra una segunda oportunidad en la vida laboral. Pero el empuje no vino solo: su esposa, su gran compañera, no dudó en sumarse al proyecto. Juntos, se embarcaron en un proceso de aprendizaje que los llevó a capacitarse para operar drones y soñar con fundar una empresa de servicios agrícolas especializados. Los drones: precisión, eficiencia y sustentabilidad ¿Qué diferencia a los drones agrícolas de las pulverizadoras tradicionales o los aviones? Según Zabala, la clave está en la precisión. Podemos aplicar productos exactamente donde hace falta, ya sea en la parte superior o inferior de una planta. Además, son portátiles, tienen una baja huella de carbono y generan un ahorro significativo en agua y agroquímicos”. Esta tecnología no solo optimiza el uso de insumos, sino que también permite recopilar información valiosa para los productores. “Con las cámaras multiespectrales, los drones pueden mapear cultivos en tiempo real, identificar áreas problemáticas y determinar tratamientos específicos. Esto no solo mejora la productividad, sino que también reduce costos y el impacto ambiental, explica. El desafío de la capacitación Sin embargo, la transición no ha sido sencilla. Lisandro y su esposa enfrentan varios desafíos, entre ellos la falta de regulaciones claras y la necesidad de obtener licencias específicas para volar drones. “Queremos hacerlo bien desde el principio. No podemos ofrecer un servicio sin tener el conocimiento necesario, porque eso sería perjudicial tanto para nosotros como para los productores”, admite. Además, como pioneros en la zona, deben lidiar con el escepticismo de algunos agricultores tradicionales. “Todavía hay gente que prefiere las formas de siempre, pero poco a poco están viendo las ventajas de esta tecnología”. Lisandro Zabala sabe que el camino no será fácil, pero también está convencido de que los drones agrícolas tienen un futuro brillante en la región. Con la firme intención de aprender y adaptarse, junto a su familia, está abriendo puertas a una nueva era en la agricultura de la Pampa Húmeda.