La Rioja cobija a los últimos productores del “oro del desierto” de Argentina

La Rioja cobija a los últimos productores del “oro del desierto” de Argentina

En la década del 80’ comenzó el desarrollo más fuerte de esta producción en Argentina. En la actualidad su desarrollo y procesamiento se concentra en el departamento de Arauco. Argentina sigue siendo el país que más hectáreas dedica a la jojoba.

La jojoba, simmondsia chinensis según su nombre científico, también conocida como el “oro del desierto”, sólo se cultiva en la actualidad en el departamento riojano de Arauco, en el territorio argentino.

Este arbusto es originario del desierto de Sonora, México, y si bien en Argentina hubo intentos de introducir el cultivo desde la década de 1930, recién a comienzos de los 80’ se lograron avances notorios en el tema, a partir de la sanción de la ley de Diferimiento Impositivo 22021, sancionada en junio de 1979, que otorgaba una serie de franquicias tributarias.

Los primeros trabajos e investigaciones estuvieron a cargo del ingeniero Ricardo Ayerza, en Villa Dolores, Córdoba, y luego se extendieron las redes de ensayo a Santiago del Estero, norte cordobés, Salta, La Rioja y Catamarca.

“La jojoba tuvo su desarrollo más importante en La Rioja, en el departamento Arauco, que está en el límite norte con la provincia de Catamarca, donde comparten un lugar que se llama ‘Valle del Salar de Pipanaco’. Ahí se desarrollaron los primeros proyectos en la zona conocida como el ‘Bañado de los Pantanos’”, describió el Ing. Agr. José Luis Ladux, director de la Estación Experimental de Chilecito del INTA.

En el inicio la siembra se hizo con semillas seleccionadas provenientes de Estados Unidos, hasta que a mediados de los 90’ se comenzaron a realizar plantaciones por esquejes.

En cuanto a las características del cultivo, Ladux planteó que el principal inconveniente es de orden climático, porque la jojoba es muy sensible al frío, y eso hizo que quede circunscripta a La Rioja, y a determinadas zonas del departamento Arauco”.

De hecho, el técnico comentó que se trabajó la jojoba en el departamento Chilecito durante un tiempo, pero a fines de la década del 90’ se abandonó el proyecto por la influencia del frío.

“El problema era que la planta vegetaba, pero no producía. Tuvimos varias temporadas sin floración por el efecto del frío”, precisó el investigador.

En esta primera etapa de trabajo en el departamento Arauco se realizaron unas 3 mil a 3200 hectáreas, hubo un fuerte repunte a fines de los 90’ y comienzos del nuevo milenio, y en los últimos cuatro a cinco años se dio un crecimiento más leve, pero “con producciones más genuinas y ya no basadas en la ley de Diferimiento Impositivo”, apuntó Ladux.

En Aimogasta, cabecera del Departamento Arauco, hay tres empresas que realizan el proceso de extracción de la cera líquida en dos modalidades: la Gold, de color ámbar, tal cual se la extrae de la planta; y una variedad Light, que es un refinado en el que se le quita el color.

“Los rendimientos son muy interesantes en la zona de La Rioja, en el orden del 40 al 50%, y en precios ha variado mucho, desde uno a seis dólares por kilo de semilla. El valor es muy fluctuante, porque se trata de un mercado relativamente pequeño y depende mucho de la oferta y demanda”, explicó el director de la Estación Experimental Chilecito del INTA.

Propiedades y aplicación

Entre las principales propiedades de la cera de jojoba se destacan el control de la producción de sebo y humedad, devuelve la flexibilidad, suavidad y brillo a la piel y al cabello, y favorece el mantenimiento del cuero cabelludo.

Además, su capacidad seborreguladora es muy efectiva en las pieles mixtas o grasas y con tendencia acneica, regula la pérdida de agua transepidérmica por lo que ayuda a prevenir las arrugas, mejora la apariencia de las estrías, e hidrata la piel.

Los principales productos elaborados con este “aceite” son desmaquillantes, hidratante facial, aceite para después afeitar, aceite corporal, y acondicionador para piel seca.

Investigación y experiencia

El Ing. Agr. Guillermo Abud, de la empresa Olivos Argentinos SA, una de las productoras de jojoba riojanas, confirmó los datos aportados por Ladux, y agregó que “la zona del ‘Bañado de los Pantanos’ es semidesértica, similar al lugar de origen de la jojoba que es el Desierto de Sonora en el norte de México, y por esa razón un grupo de productores decidió adaptar este tipo de cultivos a la zona, con tecnología. Por ejemplo, se invirtió en sistemas de riego por goteo y se efectuaron trabajos de poda, fertilización, raleo y una serie de labores que ayudan a que las producciones sean superiores a las de la planta silvestre”.

Al igual que el investigador del INTA, Abud señaló como iniciadores de la investigación y producción de jojoba en Argentina a Ricardo Ayerza y sumó a Cristhian Watjen y Jorge Arizu.

Además, puso especial énfasis en aclarar que “la jojoba no es un aceite, químicamente responde a la categoría de cera líquida, que se extrae de la semilla y se la comenzó a promocionar mundialmente para el uso en cosméticos, como un aditivo para cremas, jabones, shampúes, lápices labiales, porque tiene una capacidad hidratante, sobre todo en la piel, muy importante”.

Como dato de color, el profesional apuntó que los aborígenes mexicanos utilizaban la jojoba para hidratar y proteger la piel y el cabello de los rigores del desierto.

Abud, con cerca de 35 años de experiencia en este cultivo, detalló que las condiciones climáticas en la región del “Bañado de los Pantanos” son extremas, con un recurso hídrico escaso, al punto que el promedio anual de lluvias no llega a los 100mm, por lo cual se requiere del riego por goteo para maximizar la producción.

La jojoba es un arbusto que puede alcanzar una altura de 3 metros en condiciones naturales, y cuando se sembraba originalmente, se podía llegar a tener hasta 2 mil plantas por hectárea, pero cuando se comenzó a aplicar la técnica de plantación de plantines clonales seleccionados se redujo esa cantidad. 

En un principio “se colocaba una semilla cada 25 a 30 centímetros y entre filas había 4 metros de distancia. Luego se dieron cuenta que no era bueno tener tanta densidad, entonces se amplió la distancia entre filas de 4 a 5 metros, y en lugar de 30cm se fueron colocando los plantines a más de un metro y hasta dos metros. Así bajó la densidad de 2 mil plantas a prácticamente la mitad, es decir unas mil plantas por hectárea”.

Cuestión de género

Otra característica de la jojoba es que se trata de una planta diclina dioica, es decir, que hay machos y hembras: “Hay plantas con flores masculinas, que se utilizan para polinizar, y otras con flores femeninas, que son las que dan las semillas y las frutas. Como lo que nos interesa es tener una mayor población de hembras tratamos que ocupen el 90% del lote y que el resto sea de flores macho, lo cual es suficiente para que se logre una buena polinización”.

Cabe destacar que el polen de la jojoba no es transportado por insectos, porque no les genera atracción, sino que el traslado se realiza a través del viento, que es una de las características climáticas de esta zona de La Rioja.

“Necesitamos vientos lo suficientemente importantes como para transportar el polen hasta unos 150 a 200 metros, que se considera es la distancia máxima a la que el grano de polen llega vivo hasta la flor femenina. Cuando hacemos una plantación, sabiendo que los vientos predominantes son del sur, sureste y suroeste, lo que se busca es concentrar las plantas macho en el sur del lote, para que el viento se encargue de transportar el polen hacia las plantas hembras”, describió didácticamente el profesional.

En lo que se refiere a la cosecha desde su época de auge en la década del 80’ y aún en la actualidad se realiza en forma manual, aunque últimamente también se ha implementado un sistema mecánico, que consiste en una especie de aspiradora ya que la semilla se recoge directamente del suelo. El fruto comienza a desprender la semilla a partir del mes de diciembre, y la cosecha se realiza alrededor del mes de marzo o abril, cuando ya terminaron de caer todas las semillas.

Producción y comercialización

En las cercas de 2 mil hectáreas que en la actualidad están en actividad en La Rioja, el promedio de producción es de 1500kilos de semilla por hectárea, y se puede sacar un 50% de cera líquida de cada grano si la extracción es eficiente.

“Más del 90%, y me animaría a decir cerca del 98% de la producción se exporta, y los que más compran son algunos países de Europa, en especial Alemania y algo Francia, Australia, China y Japón, y también Estados Unidos”, apuntó Abud, y precisó que para la exportación, la cera líquida de jojoba es empacada en tambores de 200 litros.

En Aimogasta están las únicas fábricas de procesamiento de aceite de jojoba del país, de las cuales quedan tres en actividad, y hay un empresario que trasladó su emprendimiento a la República Oriental del Uruguay, donde recibe las semillas y efectúa todo el proceso de extracción y refinado.

En estos tiempos en los que el tema de las retenciones volvió a estar sobre la mesa, el técnico apuntó que en el caso de la jojoba ya se le había retirado este impuesto durante la administración de Alberto Fernández, cuando se eliminó la mayoría de retenciones a las producciones regionales.

Argentinos en Perú

Otro dato llamativo, o no tanto, es que hay un grupo de productores argentinos trabajando en Perú, en el departamento de Ica, “compraron campos, pusieron jojoba y les está yendo muy bien, porque como este arbusto es sensible a la helada y este lugar está cerca del mar donde se atempera esta situación, y están teniendo muy buenas producciones”.

Además, estos productores argentinos hicieron “una muy buena selección de clones al momento de implantar el cultivo, clones que surgieron de Argentina. Nosotros tenemos una productividad de 1500 kilos por hectárea, ellos han llegado a superar los 4 mil a 5 mil kilos por hectárea, lo que también está sucediendo en Israel”.

Pese a que en estos países el nivel de productividad por hectárea es mayor, Argentina sigue siendo el que dedica más superficie a este cultivo en el mundo, con alrededor de 2 mil hectáreas en actividad, contra cerca de 600 de Israel y 200 de Perú.

“El aceite de jojoba es un producto que se sigue buscando, se sigue vendiendo y por la experiencia que tengo todo lo que se produce se vende, por eso hoy se sostiene la misma demanda que existió en el inicio”, completó Abud.

Por Pablo Salinas

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