Membrillo, el fruto bíblico que se arraigó en los paisajes y costumbres argentinas

Este fruto se desarrolla en distintas partes del país gracias a su rusticidad que le permite adaptarse a distintos tipos de suelo y clima. Argentina produce alrededor de 27 mil toneladas al año, abarcando una superficie de 2300 hectáreas.
“Cada febrero un aroma dulce y penetrante inunda las calles de Andalgalá, Catamarca. Es el perfume del membrillo maduro, que el calor intensifica y la brisa —cuando no el viento— desparrama como un anuncio: es el tiempo de la ‘dulceada’. En los patios de las casas, la pulpa ‘rubia’ se sonroja al calor del fuego en las pailas de cobre o de hierro”, describe Ana Chayle en un artículo publicado en noviembre del año pasado en Tierra Viva Agencia de Noticias.
Lo primero que hay que saber del fruto de membrillo, o membrillero, es que se siembra en zonas de montaña o llanura, con una diversidad climática bastante amplia, y prueba de ello es que en Argentina se cultiva en todas las provincias de Cuyo, en el Noroeste, en el alto valle de Río Negro y hasta en provincia de Buenos Aires.
“Es un cultivo que tiene muy bajas exigencias en cuanto a requerimientos climáticos e hídricos, y próspera bien tanto en suelos franco arenosos como franco limosos, tiene muy baja exigencia de fertilidad y nutrientes, porque desde su origen es una especie con altísima rusticidad”, describió el Ing. Agr. Juan José Cólica, investigador de la Estación Experimental Agropecuaria de INTA Catamarca.
Un poco de historia
La historia de este fruto nació hace más de 6 mil años en Medio Oriente, y cobró fama en Grecia, en la ciudad cretense de Sidón, de donde deriva su nombre Cydonia oblonga (manzana de miel), y era símbolo de amor, fecundidad y felicidad.
También es citado en varios pasajes de la Biblia, “porque fue un membrillo y no una manzana lo que Eva le ofreció a Adam”, precisó Cólica, aunque reconoce que aún persiste la polémica sobre cuál de los dos fue el fruto de la perdición.
Retomando la explicación más técnica, el investigador precisó que “es una especie que prospera muy bien en climas templados a templados cálidos secos, tiene muy bajas exigencias en el frío invernal, porque tiene una especie de hojas caducas que requieren acumular frío en invierno para tener una floración favorable. Esta exigencia es de 300 a 500 horas de frío, con temperaturas menores a 7 grados. Además, requiere de veranos secos y cálidos, aunque en algunas zonas, como San Pedro (provincia de Buenos Aires), tienen veranos bastante húmedos y de todas formas se produce bien”.
En lo que se refiere a requerimientos hídricos también es bajo, alcanzando con un equivalente de 600 a 800mm de agua por año, o 6 mil a 8 mil metros cúbicos por hectárea/año, “con lo cual es de baja exigencia hídrica. Además, es una especie tolerante a heladas invernales severas, y también tolera excesos de agua, incluso condiciones de anegamiento de suelos pesados”, acotó el técnico.
Nivel de producción
La producción de membrillo a nivel mundial ronda las 680 mil toneladas, liderando la actividad Uzbekistán con 129 mil toneladas, seguido por Turquía, la República Popular China e Irán, mientras que Argentina ocupa el octavo lugar, con una producción de alrededor de 27 mil toneladas al año, según datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).
“En nuestro país la principal provincia productora es Mendoza, con principales áreas de siembra en San Rafael, General Alvear, Tunuyán y Tupungato”, apuntó Cólica.
Según el Censo Nacional Agropecuario (CNA) de 2018, hay 2300 hectáreas con membrillares, y en el podio de hectáreas destinadas a este cultivo, Mendoza ocupa el primer lugar (62%), San Juan el segundo (18%) y Catamarca el tercero (15%).
El investigador también recordó que, desde hace poco más de 10 años, el INTA San Pedro acompaña a productores locales en el desarrollo e implementación de estrategias para impulsar el cultivo y las plantaciones comerciales de este fruto; aunque desde hace 60 años, el membrillo es un fruto que se utiliza en la zona para su industrialización.
En Río Negro se cultiva en la zona del Río Colorado, en el Alto Valle, y en San Juan en el departamento Jacha que “es emblemático en la producción de membrillo”.
También en La Rioja hay plantaciones en Guanchín y Famatina, y en Catamarca la producción de membrillo se concentra básicamente en Andalgalá “con 220 a 250 hectáreas, seguida por Belén con 160 hectáreas, y junto al resto de departamentos alcanzan una producción total de, aproximadamente, 5 mil a 6 mil toneladas, y en algunos años superior”, describió Cólica.
El profesional ofreció algunos datos de la actual campaña, por ejemplo, a mediados de febrero en la localidad de Mutquín, Catamarca, un productor calculó que en seis plantas tenía alrededor de 1600 kilos de membrillo, lo cual habla de una producción de alrededor de 260 kilos por planta.
Técnica de cultivo
El especialista del INTA Catamarca ofreció algunos detalles de cómo es la técnica de siembra del fruto bíblico: “La densidad de plantación es de 450 a 500 plantas por hectárea, con marcos de plantación de 4 por 4 hectáreas o 6 por 4 hectáreas, aunque también hay más intensas”.
La principal variedad producida en Argentina es la Champion o Criolla, aunque también se está comenzando a difundir la variedad INTA 147 por sus cualidades productivas e industriales.
También están en carrera las variedades San Isidro INTA y Mutquín INTA, desarrolladas en la Estación Experimental de Catamarca, que “son dos clones de alta producción que hoy en día tienen muy buena demanda de mercado”, añadió el especialista.
La preparación comienza con una labranza a profundidad para romper horizontes duros, y tener un suelo bien mullido en el que pueda penetrar el agua. Además, las parcelas deben contar con riego suplementario, salvo en zonas como San Pedro donde la producción se está haciendo en secano.
“Una vez que tenemos el subsolado hay que preparar el suelo con rastras para mejorar la nivelación y desterronar, y también es recomendable aplicar guanos de fondo, cuando la fertilidad del suelo es baja. Si tenemos menos de 1,5% de materia orgánica es fundamental aplicar una enmienda orgánica, que también pueden ser abonos verdes, y debe hacerse antes de la implantación del cultivo”, detalló el técnico.
También es recomendable hacer una fertilización a base de fósforo (fosfato diamónico o monoamónico) en el momento de la plantación, según la cantidad de fósforo, nitrógeno y potasio que tenga la tierra.
La plantación se puede hacer a raíz desnuda y también se están utilizando hijuelos y estacones gruesos. Un dato que también debe tenerse en cuenta es regar en abundancia previo a la plantación, y luego se recomienda hacer un tutorado para poder conducir la planta en un solo eje.
“Si la planta está muy alta, se realiza una poda de rebaje al metro o 1,20 metro, para estimular la brotación de ramas primarias”, describió el investigador, y puntualizó que “el sistema de conducción que se ha generalizado es en vaso, en el que se eligen en los primeros años tres a cuatro ramas bien distribuidas a lo largo del tallo y, preferentemente, como el membrillo es de porte abierto, tratar en lo posible de abrir la copa a los 80 centímetros o un metro. Esta es una condición fundamental, junto con deschuponar, eliminar todos los brotes que surjan desde abajo, y en los primeros años hacer una poda más severa para poder conducir en tres o cuatro ramas”.
Durante los primeros años los cuidados fundamentales son el riego y control de hormigas podadoras, y una fertilización básica de nitrógeno, fósforo y potasio, en pequeñas cantidades.
El comienzo de la producción se inicia en el segundo año de la plantación, obteniendo rendimientos de 20 mil a 30 mil kilos por hectárea en el cuarto a quinto año, y con una buena conducción se puede llegar a los 45 mil y hasta 50 mil kilos.
Por su rusticidad, el membrillo tiene pocos enemigos naturales, siendo los más comunes las hormigas podadoras, las cochinillas blancas del tronco y la carpocapsa, también conocida con el nombre de gusano o polilla de la pera y la manzana.
Manjares del membrillo
A partir de esta fruta se elaboran dulces, confituras, membrillo para consumo fresco, y algunos postres como el membrillo en almíbar.
“La producción, en Catamarca y Mendoza, se destina completamente a fábricas que elaboran pulpa que después se puede procesar para grandes industrias”, comentó Cólica.
En lo comercial el “dulce de membrillo no sólo está teniendo buena aceptación en el mercado interno, porque Argentina ya tiene una tradición en este consumo, sino también en los mercados internacionales, especialmente, los países europeos y árabes por las condiciones nutracéuticas que tiene. Hoy en día deportistas de alto rendimiento tienen como uno de sus principales alimentos al dulce de membrillo como un energizante durante la competencia”, graficó el técnico del INTA.
Como cierre Cólica remarcó que este fruto tiene grandes posibilidades de potenciar su crecimiento dado su buen comportamiento en distintos ambientes, por su rusticidad y facilidad para realizarlo y “la tradición en el tema artesanal. Catamarca se caracteriza por sus dulces de membrillo, siendo Andalgalá ‘la perla de los dulces’, como reza el himno provincial”.
Por Pablo Salinas
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